El lunes se me olvidó comentaros otro pequeño avance que he hecho en mi casa. Ojalá pudiera cambiarla de arriba a abajo pero me conformo con ir modificando detalles, no puedo tirar a la basura todo lo que ya tengo.
De Sevilla no sólo me traje un buen puñado de modelitos nuevos, algo más metí en mi maleta (os aseguro que a presión, casi me la cargo). Es una tontería que podía haber comprado en Madrid claro, incluso por internet (pero quería ver el efecto in situ) y como nunca tengo tiempo, aproveché mi estancia allí. Os diré que tenía el capricho desde hace tiempo de llenar el espacio de mi chimenea que lleva sin uso desde que compré la casa, hace ya 9 años. Quería velas, muchas velas blancas de distintos tamaños con el fin de formar una composición. La expresión de mi marido al llegar a casa y levantar mi maleta fue literalmente «¡qué llevas aquí!, ¿piedras?», pues más o menos…
Las velas ya lucen en la chimenea, pero no me quedo ahí, ahora dudo si bajo éstas poner una bandeja de estilo marroquí que tengo en el pueblo sin usar, o un precioso espejo ovalado que me dio mi madre (no sé si pertenecía a mi abuela o bisabuela, pero la huella del tiempo se hace patente en el cristal) ¿vosotros qué pondríais? Un paso más allá, sería pintar el ladrillo de la chimenea de negro, creo que quedaría genial, pero ya veremos si me atrevo…
Y es precisamente el negro, color que intento introducir poco a poco en mi salón, el que me lleva a presentaros los ambientes creados por Nate Berkus. Me encanta la sobriedad y elegancia que trasmiten sus espacios, muchos de ellos inundados este color y sin embargo ninguno aburrido, la clave, saber combinar. Una pieza de arte, un papel pintado, un mueble llamativo,… son grandes aliados para hacer que algo oscuro pueda brillar con luz propia.