Diminuto Cielo
No suelo escribir en sábado pero hoy haré una excepción. Hace un par de días llegaba a mi casa una sorpresa, un regalo inesperado, el paquete era brillante y pequeñito con una gran pegatina que ponía «diminuto cielo«. Imaginé que tenía que venir por el blog pero no lo conocía, qué intriga hasta que lo abrí. En su interior había una pulsera verde de la que pendía un pequeño cielo, diminuto, para ser exacta. Si soy sincera también me dio por pensar ¿pero si no tengo un blog de moda, se habrán equivocado? Me fui curiosa a la web y no, no había error, me encantó lo que encontré y ya veis, aquí estoy publicando en sábado. Es una forma también de agradecer estos detalles que sorprenden y emocionan a partes iguales.
La historia y explicación de lo que encierra diminuto cielo se lo dejo a su propietario, merece la pena leer cómo alguien es feliz con lo que hace y saber cómo lo crea. ¡Enhorabuena Curro por tu trabajo y mil gracias por el detalle!
Disfrutad de la historia y feliz finde….
«He coleccionado objetos y juguetes de plástico en mis viajes durante toda mi vida. Pistolas, robots, superhéroes… han decorado mi casa y luego servido de juguetes a mi hijo. Los Cuchichis empezaron a existir como debería empezar todo en la vida: jugando. Me gustan los juguetes de Martín, comprados en “la tienda de los chinos”, rompiendo el orden de casa. Tiburones en mi bañera, T-Rex en la mesa de trabajo, filas de soldados y manadas de fieras bloqueando puertas y ventanas… Admito que el primer Cuchichi lo hice robándoselo a Martín (y luego confesándolo): simplemente pintando un dinosaurio de otro color… ya tenía otro objeto divertido con el que decorar nuestra casa. Luego siguieron el resto de bichos…
En mi Diminuto Cielo todo se hace a mano. Los rotuladores y los pinceles manchan. Se escucha música mientras dibujo y Martín juega con sus dinosaurios y tigres de plástico. La forma en que pinto los dinosaurios o los Gatetes es 100% artesanal, varias capas aplicadas con paciencia y cuidado. Puede haber imperfecciones pero adoro la imperfección. Me gusta ver como algo feo pasa a ser bonito y divertido con un pequeño cambio. Me gusta hacer cosas con las que decoraría mi casa, que formen parte de mi vida. Me gustan los objetos y los colores alegres… y dibujar es para mí, sin duda, lo más parecido a estar en el cielo.»
«Sólo hay una cosa más placentera que dibujar, dibujar con mi hijo. Las tardes de sábado son propicias. La primera vez me aburrí de un dibujo que hacía y se lo pasé a Martín, de broma para que lo acabara. Tardó 30 segundos en terminarlo: sin pensarlo dos veces, sin titubear… De la nada había sacado un precioso pájaro camuflado en la base que yo le di. Y así empezamos los dos mano a mano. Al alimón. Unas veces empiezo yo y otras él. Nos divertimos, estamos juntos y yo aprendo a dibujar de él.»