Leanne Ford Interiors

Pretender que una vivienda siempre sea igual no tiene sentido, porque nuestras necesidades van cambiando con el tiempo y nuestros gustos evolucionan. Esto es lo que le ocurrió a la interiorista Leanne Ford con su casa de huéspedes en Pensilvania, en dos años pasó de ser un lugar rústico, en tonos tierra, con muebles antiguos y papeles pintados, a un lienzo en blanco.

La primera versión fue decorada para alojar a su cuñada durante un tiempo, así que buscaba algo muy acogedor para ella. Si pincháis aquí descubriréis cómo era la casa entonces. Para seros sincera, cuando la he visto, he pensado que tenía más carácter que la nueva, más alma, pero como he dicho antes las necesidades cambian y con ellas, nuestras casas.

En cuando su cuñada se mudó, Leanne realizó el cambio. Se trataba de simplificar y convertir este espacio en su estudio manteniendo a su vez, la función de casa de huéspedes. Para ello realizó ciertos cambios que, aun no siendo muy significativos, dieron un aspecto completamente distinto a la vivienda.

Lo primero que hizo fue abrir el espacio en la planta inferior. Donde antes había una habitación ahora hay dos sofás realizados con colchonetas apiladas, de tal manera que si se queda alguien a dormir hay capacidad hasta para cuatro personas. Las fundas de los colchones son de Crate & Barrel. También se deshizo de las baldas de la cocina ya que, siendo ahora un estudio, no necesitaba tanta capacidad de almacenaje en ese espacio.

Todo avance tiene renuncias, a veces difíciles de gestionar. Una de ellas fue decir adiós al papel pintado, e incluso a los colores tierra (que se mantuvieron en algunas zonas exteriores para no eliminarlos del todo). La suerte es que había muchas piezas antiguas que seguían encajado como sillas, taburetes, el sofá, las lámparas o los cuadros. Tener un gusto muy definido en este caso, jugaba a su favor, ya que todas sus adquisiciones en cuanto a mobiliario siguen una misma línea y aunque haya cambios, siempre hay lugar para volver a recolocar esas piezas o incluso almacenarlas para futuros proyectos.

Para unificar todo el conjunto, la interiorista pintó las paredes, el techo y las molduras en Blanco Natural de la firma Behr, dándole ligereza al espacio. Para vestir el suelo de las escaleras se le ocurrió comprar alfombras de sisal y graparlas al suelo, una forma original y más económica que hacer una moqueta a medida.

En este nuevo espacio carente de color, lo que llama la atención es el mobiliario, las texturas y la creación de rincones cuanto menos singulares. Me encanta la mesa camilla con la silla tipo Thonet del dormitorio principal, o el espacio bajo la escalera donde la interiorista ha creado un lugar de refugio que simula una pequeña casita, para su hija. También el precioso lavabo de pedestal negro del cuarto de baño, es de Noodco, y cómo se han revestido las paredes tapando el azulejo con un micro cemento de Surecrete Design que le otorga textura. El comedor es otra de mis zonas favoritas, mesa y sillas de Eneby Home, así como el banco tapizado con tela Bouclé de la entrada, de Crate & Barrel.

En definitiva, estamos ante un manto blanco donde la interiorista ha conseguido un espacio sereno y calmado, un lugar idóneo para crear.

Fotografía: Erin Ash kelly para: Domino Mgz

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