Barrio del Carmen, Valencia

Ayer se cumplieron tres años desde que nos encerraron. Cual película de ficción y de terror, por qué no decirlo, las calles se quedaban vacías y una desconocida pandemia arrasaba el mundo entero. ¿Quién nos iba a decir que viviríamos una experiencia así? Me hizo pensar mucho, sobre todo en la fragilidad del ser humano, nunca hubiera imaginado que algo tan pequeño como un virus pudiera hacer tanto mal.

Durante el tiempo que estuvimos obligados a estar en casa y que cada uno aguantó a su manera, los que teníamos un espacio al aire libre, por pequeño que fuera, éramos unos afortunados. Poder disfrutar de un jardín, terraza o incluso un pequeño balcón, era algo por lo que estar agradecido cada día. La pandemia hizo mucho daño, pero creo que más aún, a aquellos que la pasaron solos y en espacios cerrados.

Si hay algo que me ha enamorado de la casa que os traigo hoy, ha sido precisamente su patio. Imaginad vivir en pleno Valencia y poder disfrutar de un patio privado como este. No digo que sus inquilinos fueran felices con el encerramiento durante la pandemia, pero seguro que lo pasaron de una manera mucho más amable y menos claustrofóbica que otras personas no bendecidas con tan necesario espacio.

Fuera de aquellos años, que gracias a Dios hemos dejado atrás, sin duda el patio de esta casa debe de ser uno de los espacios más vividos. Primero, porque nos encontramos en la capital del Turia, donde incluso en invierno se disfrutan de temperaturas cálidas y segundo, porque al ser un espacio tan privado con zona de estar y comedor, es el sitio ideal para estar con familia y amigos, recibir visitas y disfrutar de largas jornadas al aire libre ¿no creéis?

Esta vivienda centenaria del céntrico barrio del Carmen en Valencia, pertenece a una pareja amante de la música y el cine. Confiaron la rehabilitación integral a la firma local DG Estudio, dándoles total libertad para diseñar su hogar. La casa se dividió en tres áreas, desde la entrada donde encontramos una acogedora sala de estar, pasando por la cocina abierta (el corazón de la casa), hasta llegar al dormitorio principal con vestidor, una pequeña zona de estudio y baño propio, todo con salida al patio.

Toques de color salpican la vivienda aquí y allá, se ha arriesgado con las baldosas en tonos amarillos y azules, los armarios de la cocina también en azul y los ventanales amarillos que dan paso al patio interior. Patio donde se han querido conservar en sus muros, las cicatrices del pasado.

A pesar de los toques de color, nada se ve recargado gracias a la elección del mobiliario y al blanco de las paredes que lo inunda todo de luz. Unas sencillas baldas voladas recorren la pared a modo de estantería, con módulos cerrados en su parte baja que ocultan aquello que no queremos ver. Tanto el comedor como el resto de las carpinterías, llevan similares tonos de madera, un tipo de roble blanqueado que hace que los espacios no se vean recargados. Como veis el amarillo está presente también en piezas de mobiliario, como las sillas del comedor.

La zona de noche se ha dividido a su vez en tres espacios, la de dormir propiamente dicha, un vestidor con dos grandes armarios enfrentados y, por último, tras el armario, se ha creado una zona de despacho, con una sencilla estructura volada de madera que va de pared a pared que hace las veces de escritorio y el mismo tipo de silla que encontramos en el comedor que, al recoger todo el contorno de la espalda, es perfecta para trabajar también.

Pero sin duda alguna la joya de la corona en esta casa es el patio, con encanto, con historia, con alma y con cientos de posibilidades. Yo también tengo patio, pero «mataría» por uno como este. A ver si me pongo con el mío, que ya se sabe… «en casa de herrero, cuchillo de palo».

Fotografía: @fotografadearquitectur / DG Estudio

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