BIO-architects

En cuanto vi esta casa, me vino a la mente la que unos amigos se están rehabilitando en el pueblo y, cuyo salón, es muy similar a este. Tenían ciertas dudas de cómo amueblarlo y sobre todo dónde poner la chimenea, me ha parecido que quizás viendo esta idea podría servirles de inspiración. La distribución es la misma, salón y cocina contiguos con el ventanal enfrente, sólo que en su caso está en el otro sentido, pero la idea les sirve igual (salvando que su salón es algo más pequeño y lo de la librería y el comedor, habría que organizarlo de otra manera).

La casa de hoy trata de un proyecto de vivienda modular de BIO-architects, formada por módulos que se fabrican y decoran en fábrica para luego ser ensamblados en un par de días en su destino final, para los acabados exteriores se requieren un par de semanas más. Cualquiera lo diría ¿verdad? Estas casas están construidas con materiales ecosostenibles, con aislamientos altamente preparados y con soluciones tecnológicas que ofrecen todas las comodidades necesarias.

La vivienda, de 138 metros cuadrados más otros 50 de terraza, se diseñó para una familia. El interior está basado en un concepto abierto que conecta con el exterior gracias a los enormes ventanales, todas las habitaciones, además, poseen luz natural. Los espacios están tan bien aprovechados que las habitaciones fluyen una tras otra, sin pasillos de por medio.

En el centro de la fachada principal encontramos la puerta de entrada, nos da la bienvenida un gran recibidor con perchero de madera para colgar abrigos, un banco para sentarnos y poder descalzarnos con comodidad y enfrente, una enorme pared de espejo que, a su vez, esconde sitio de almacenaje. La visión que nos ofrece la entrada al fondo no puede ser más sugerente, una enorme librería con una zona reservada a tal fin que invita a quedarse en ese rincón.

Como no podía ser de otra manera, el cuarto de estar gira en torno a sus vistas. Todo está ubicado de tal manera que el punto focal se dirija hacia la vidriera y el paisaje exterior. De ahí la posición del sofá y también de la chimenea. Junto a la sala de estar encontramos la cocina, en un espacio contiguo y abierta al salón. También dispone de mucha luz exterior ya que se sustituyó uno de los frentes de trabajo por un gran ventanal, además, junto al office, en lugar de pared otro cerramiento de cristal comunica la cocina con la terraza. Ésta, de 50 metros cuadrados, es un comedor al aire libre que está cubierto para resguardarse de la lluvia en invierno y del sol en verano. Tiene también columpios y sofás.

Los dormitorios, tanto el principal (con vestidor y baño privado), como el resto, siguen una misma línea. Funcionalidad y sostenibilidad, una misma madera para todos ellos, colores blancos y beige para transmitir calma (aunque con toques de negro que aportan elegancia) y por supuesto, enormes ventanales que los inundan de luz.

Este tipo de construcciones, las casas modulares, tienen múltiples beneficios. Se reducen la emisiones de carbono en su fabricación y en la optimización del transporte, se utilizan materiales renovables, es posible desmantelar la casa tras muchos años o simplemente cambiarla de ubicación sin que el terreno sufra, hay un importante ahorro energético en cuanto a fabricación,… en fin que son todo ventajas con resultados fantásticos ¿Invertiríais en una casa modular o preferís las tradicionales?

Imágenes: BIO-architectcs

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La belleza de las curvas…

A la vista está lo que ha llamado mi atención de esta casa del barrio londinense de Walthamstow. Sus techos abovedados, a pesar de haber sido fruto de restricciones presupuestarías y una estricta planificación, han resultado convertirse en lo más peculiar y característico de a la misma.

La pequeña casa victoriana ya existente, sufrió una remodelación por la parte del jardín a la que se le adosaron dos extensiones algo inusuales. Como el presupuesto era muy ajustado, se inspiraron en las técnicas de construcción naval utilizando para ello, contrachapado de abedul en el techo creando así, esta forma tan característica como de casco de barco invertido que le aporta visualmente mucha amplitud, y al tener forma curva, ocupa menos espacio (tenían el hándicap de estar muy pegados a las casas colindantes). Para aportar más luz, en la parte más oscura de la cocina (al fondo, donde no hay ventanas) se instalaron tragaluces en los techos, de esta manera la iluminación natural estaría garantizada en toda la estancia.

Y ya que estamos, las curvas no sólo las podemos ver en el techo, otros elementos también las contienen. Como el diseño de la puerta corredera de la cocina, el acabado de las escaleras, piezas de mobiliario y decoración, o la mayoría de ventanas que dan al exterior. Por cierto, el gran ventanal del que disfruta la cocina dispone en su parte interior de un banco, por lo que si la ventana se encuentra tanto abierta como cerrada, pueden sentarte en él y disfrutar de las vistas del jardín.

En cuanto al color, hay dos zonas claramente diferenciadas. En los espacios comunes, predominan los tonos neutros junto a la madera, mientras que las zonas de noche se han enfatizado con tonos más oscuros que aportan calidez y elegancia. El uso del color es una manera muy efectiva de generar carácter e impacto a bajo coste.

El mobiliario me encanta, una sutil mezcla entre un continente moderno y un contenido con aire mid-century. Confieso tener mi pieza  favorita, la mesa y las sillas de comedor situadas en la cocina, aunque sin duda de esta casa me quedo con la parte arquitectónica, con el añadido de la cocina y sus techos abovedados en madera contrachapada de abedul. ¿No os resulta súper original?

Imágenes: Roar Architects

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Arthur Casas

Los que estáis suscritos al blog, habréis recibido ya un spoiler del post, es decir, las imágenes de la casa, aunque no el texto. Siempre subo primero las fotos y hago una previsualización para ver si han quedado bien, pero me debí confundir y en lugar de comprobar el borrador le he di a publicar directamente, así que muchos recibiréis el post dos veces, con y sin texto. Lo siento.

Cuando he descubierto este proyecto de Arthur Casas en São Paulo, ha sido amor a primera vista. Me fascina la calma que desprende, los materiales utilizados, el mobiliario, la combinación de elementos contemporáneos con piezas de corte más artesanal… Toda ella es sin duda, un paraíso acogedor y envolvente. Si tenéis tiempo os recomiendo que veáis las fotos en tamaño grande en la propia web de Arthur Casas, poder apreciar cada detalle, por ejemplo, de esta espectacular cocina, no tiene precio.

La vivienda se diseñó para una pareja con dos hijos. Tiene nada más y nada menos que 430 metros cuadrados, con amplios espacios comunes donde pasar tiempo en familia, además de dormitorios para cada uno de sus miembros.

Se divide en cuatro plantas, por un lado tenemos el sótano, que se ha destinado al lavadero y el garaje. En la planta baja, la que tiene acceso desde la calle, esta es el área de día donde comparten espacio el salón-comedor con la cocina y un gran patio con piscina. La primera planta se ha destinado por completo a los niños con sus habitaciones y área de juegos. Por último, encontramos el piso superior, los dominios de los padres, donde disfrutan de su dormitorio, vestidor, baño y una zona de despacho. Para más comodidad, todas las plantas están conectadas mediante un ascensor.

Se simplificó mucho en cuanto a materiales se refiere creando así, una continuidad a lo largo de toda la vivienda. El revestimiento en las paredes de la planta baja y de todas las carpinterías (incluidos los armarios), están realizados con el mismo suelo empleado en los pisos superiores, así como también las escaleras. Para la cocina se utilizó un pavimento de granito color almendra muy similar al tono de las paredes y el resto de los complementos que llenan el espacio, creando un ambiente muy envolvente. Para los baños se usó un único material, mármol calacatta.

Para crear aún más sensación de calidez, también se ha jugado con la iluminación pensada para que, de forma estratégica y usada indirectamente, cree puntos focales que destaquen aquellas piezas o zonas a demanda. Como la estantería de la cocina adornada con piezas cerámicas, la trasera que recorre el mueble bajo del salón o el led que te acompaña el trayecto del suelo del pasillo, por poner algún ejemplo.

Y dejo una vez más lo mejor para el final, un maravilloso patio con zona de estar, comedor, una amplia piscina y mucha vegetación. No tengo claro si quedarme con el interior o el exterior, aunque a estas alturas del año la piscina me llama.

Imágenes: Arthur Casas

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La cuenta atrás para el verano

Ha comenzado la primavera y, como si de La Vecina Rubia se tratase, llevo la cuenta atrás para el verano, de ahí que haya titulado mi post igual que su primera novela (que, por cierto, si no la habéis leído os la recomiendo). Quizás todavía tengan que llegar días de frío, pero lo peor ya ha pasado. Se nota que no me gusta el invierno, ¿verdad?

Estoy deseando que llegue mañana ya que pisaré la playa por primera vez este año, me muero de ganas de ver el mar y si la temperatura del agua lo permite, también de bañarme. Es contradictorio que no soporte el frío y sin embargo cuando se trata de nadar, aguanto lo que me echen.

De ahí que hoy os traiga una vivienda con vistas al mar, es mi manera de ir abriendo boca. Se sitúa en Jávea y es la casa de vacaciones del interiorista Carlos Serra, propietario del estudio de interiorismo Mercader de Indias. Tras veranear en esta localidad alicantina durante su infancia, decidió buscar una casa para poder disfrutar de las vacaciones con propia su familia.

La vivienda sufrió una transformación completa para adaptarla a las necesidades familiares, espacios abiertos y bañados de luz, gracias a un blanco que lo inunda todo. En la planta baja, el blanco se han combinado con maderas, piedras, verdes, etc. tonos que, de una manera u otra, nos recuerdan a la naturaleza. Mientras que, en la planta superior, distintas gamas de azules toman el protagonismo, réplica del mar que se observa a través de las ventanas.

Respecto a la decoración Carlos Serra ha hecho un gran trabajo, gracias a su tienda Mercader de Indias, la casa goza de mobiliario de distintas partes del mundo: Marruecos, China, Senegal, Filipinas… lo combina con obras de arte, antigüedades y otras piezas de madera o fibras naturales. Otros muebles sin embargo, son hechos de obra, como la cocina o las repisas de los baños, sencillos y funcionales. Por la vivienda encontramos distintos elementos originales y que le otorgan mucha personalidad, véase el salpicadero de baldosa hidráulica antigua marroquí de la cocina; o la alacena del comedor, fabricada con puertas antiguas chinas y en la terraza, tres grandes tinajas de aceite antiguas.

El dormitorio principal tiene otra singularidad, la cama se apoya sobre un escritorio de obra, a modo también de cabecero. La iluminación que apoya sobre dicho escritorio da servicio tanto a éste como a la zona de descanso y dos banquetas procedentes de Túnez, son el asiento perfecto para completar el conjunto, no restan visibilidad pudiendo esconderse bajo el escritorio cuando no son utilizadas (aunque son tan bonitas que en mi opinión, es mejor dejarlas que asomen un poco para ser vistas). En el baño, un cerramiento de cristal separa la ducha interior de la exterior. Fuera, destaca la celosía obra de Patricia Urquiola para Mutina.

En todos los dormitorios de la planta superior, los textiles son los auténticos protagonistas con el azul como color predominante, haciendo referencia al mar. El baño de las niñas se ha realizado con una encimera de obra que sirve como soporte a un lavabo de cerámica marroquí, el cesto de rafia le da un toque de calidez al conjunto. Junto a estos espacios, encontramos también una sala de estar donde unas colchonetas marroquíes en color azul sobre una base de obra, hacen las veces de sofá. El toque divertido y colorido de la habitación, lo aporta la colección de máscaras mexicanas.

Y pasamos al exterior, seguramente el lugar donde pasen más tiempo de la casa. Nos encontramos un maravilloso porche con dos daybeds procedentes de India, junto a ellas, dos hamacas de caña y bambú de la firma Tine K Home y para cerrar el conjunto, las tres tinajas de aceite antiguas de las que os hablaba antes.

Yo con esto ya he abierto boca para mi fin de semana malagueño, mañana a estas horas y si Dios quiere, estaré mirando al mar…

Imágenes: Mercader de Indias y Elle Decor

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Barrio del Carmen, Valencia

Ayer se cumplieron tres años desde que nos encerraron. Cual película de ficción y de terror, por qué no decirlo, las calles se quedaban vacías y una desconocida pandemia arrasaba el mundo entero. ¿Quién nos iba a decir que viviríamos una experiencia así? Me hizo pensar mucho, sobre todo en la fragilidad del ser humano, nunca hubiera imaginado que algo tan pequeño como un virus pudiera hacer tanto mal.

Durante el tiempo que estuvimos obligados a estar en casa y que cada uno aguantó a su manera, los que teníamos un espacio al aire libre, por pequeño que fuera, éramos unos afortunados. Poder disfrutar de un jardín, terraza o incluso un pequeño balcón, era algo por lo que estar agradecido cada día. La pandemia hizo mucho daño, pero creo que más aún, a aquellos que la pasaron solos y en espacios cerrados.

Si hay algo que me ha enamorado de la casa que os traigo hoy, ha sido precisamente su patio. Imaginad vivir en pleno Valencia y poder disfrutar de un patio privado como este. No digo que sus inquilinos fueran felices con el encerramiento durante la pandemia, pero seguro que lo pasaron de una manera mucho más amable y menos claustrofóbica que otras personas no bendecidas con tan necesario espacio.

Fuera de aquellos años, que gracias a Dios hemos dejado atrás, sin duda el patio de esta casa debe de ser uno de los espacios más vividos. Primero, porque nos encontramos en la capital del Turia, donde incluso en invierno se disfrutan de temperaturas cálidas y segundo, porque al ser un espacio tan privado con zona de estar y comedor, es el sitio ideal para estar con familia y amigos, recibir visitas y disfrutar de largas jornadas al aire libre ¿no creéis?

Esta vivienda centenaria del céntrico barrio del Carmen en Valencia, pertenece a una pareja amante de la música y el cine. Confiaron la rehabilitación integral a la firma local DG Estudio, dándoles total libertad para diseñar su hogar. La casa se dividió en tres áreas, desde la entrada donde encontramos una acogedora sala de estar, pasando por la cocina abierta (el corazón de la casa), hasta llegar al dormitorio principal con vestidor, una pequeña zona de estudio y baño propio, todo con salida al patio.

Toques de color salpican la vivienda aquí y allá, se ha arriesgado con las baldosas en tonos amarillos y azules, los armarios de la cocina también en azul y los ventanales amarillos que dan paso al patio interior. Patio donde se han querido conservar en sus muros, las cicatrices del pasado.

A pesar de los toques de color, nada se ve recargado gracias a la elección del mobiliario y al blanco de las paredes que lo inunda todo de luz. Unas sencillas baldas voladas recorren la pared a modo de estantería, con módulos cerrados en su parte baja que ocultan aquello que no queremos ver. Tanto el comedor como el resto de las carpinterías, llevan similares tonos de madera, un tipo de roble blanqueado que hace que los espacios no se vean recargados. Como veis el amarillo está presente también en piezas de mobiliario, como las sillas del comedor.

La zona de noche se ha dividido a su vez en tres espacios, la de dormir propiamente dicha, un vestidor con dos grandes armarios enfrentados y, por último, tras el armario, se ha creado una zona de despacho, con una sencilla estructura volada de madera que va de pared a pared que hace las veces de escritorio y el mismo tipo de silla que encontramos en el comedor que, al recoger todo el contorno de la espalda, es perfecta para trabajar también.

Pero sin duda alguna la joya de la corona en esta casa es el patio, con encanto, con historia, con alma y con cientos de posibilidades. Yo también tengo patio, pero «mataría» por uno como este. A ver si me pongo con el mío, que ya se sabe… «en casa de herrero, cuchillo de palo».

Fotografía: @fotografadearquitectur / DG Estudio

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Casa no Crato

¿Te enamoras de los sitios o más bien de los recuerdos que tienes de ellos? Diría que de ambas cosas. Después de 14 o 15 años yendo en verano a Portugal (si no recuerdo mal mi hija mayor tenía 3 años cuando fuimos por primera vez), son tantas las vivencias, los momentos de mayor desconexión que he vivido allí, las risas, etc. que no puedo detenerme y pasar por alto cuando veo una publicación donde aparece una casa en el Algarbe o en el Alentejo, donde solemos ir, porque jamás ninguna me ha defraudado, todo me hace revivir (y eso que nosotros nos alojamos en viviendas mucho más humildes, pero los entornos y los materiales, me llevan allí de igual manera).

Casa no Crato es el idílico retiro de una pareja que encargó su casa en el Alentejo al estudio de arquitectura portugués Inês Brandão. Se encuentra en el Alentejo rodeada de robles, encinas y alcornoques. Como amantes de la naturaleza, buscaban un sitio apartado donde poder disfrutar del paisaje, además la pendiente del terreno también ayudó a crear ese efecto mirador.

Para acceder a la propiedad, hay que subir por un camino serpenteante (muy típico de las casas de allí, en todas las que hemos estado siempre es así, un camino separa la casa de la carretera). Una vez en la entrada, llegamos a un vestíbulo desde donde se organiza la casa en dos espacios. Cada habitación se relaciona con el paisaje de manera independiente, puesto que la topografía exterior también es distinta según en el punto de la casa en el que te encuentres e igualmente importante, son los porches que encontramos alrededor de la misma, permitiendo que interior y exterior estén fusionados o independizados a demanda. Cuando se quieren cerrar, todos llevan persianas venecianas perforadas en acero corten, uno de los detalles que más me ha gustado de la casa. Por otro lado, estos cerramientos permiten controlar de manera pasiva tanto la temperatura interior como la ventilación, e incluso el paso de la luz natural.

En cuanto a los interiores, se impone el minimalismo y lo funcional. Mobiliario de obra y hecho a medida, como la librería del salón, el mueble de baño e incluso los de la cocina. A los suelos y revestimientos de cemento como las encimeras de los baños, se les ha dado contraste y calidez utilizando vigas y muebles en madera natural, así como elementos decorativos en fibras (sillas, alfombras, cestas, puertas forradas con cannage en la cocina…). También se ha añadido alguna pieza de marquetería, como la cómoda del salón, una buena manera de destacar un espacio en concreto.

Si lo pensáis es una casa sencilla, con más valor arquitectónico que decorativo, pero para mí es un oasis donde me perdería encantada cada verano. ¿Qué opináis, no os encanta? ¿Qué tendrá Portugal que tanto me gusta?

Fotografía: Alexander Bogorodsky para Dwell 

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Sorprendente arquitectura de Robin Boyd

Tengo sentimientos encontrados con esta casa, tanto arquitectónica como estéticamente me encantan, pero tengo mis dudas en cuanto a su funcionalidad para el día a día. Está formada por distintas plataformas donde se ubican los espacios, sin divisiones de paredes, haciendo que el conjunto se convierta en un todo y quede integrado incluso con el jardín, el cual se cuela entre las cuatro paredes como si tal cosa.

Esta vivienda tan particular, se encuentra en Melbourne y fue diseñada por el arquitecto más influyente de la ciudad australiana, Robin Boyd, para la pareja de diseñadores Grant and Mary Featherston. La casa ha ido evolucionando con paso del tiempo, así como las necesidades de sus inquilinos. Ahora son el hijo y la nuera de Grant y Mary quienes viven en la casa, junto a sus dos hijos de 9 y 6 años, aunque además de la casa principal, se diseñó un apartamento para los abuelos, de tal manera que tres generaciones comparten espacio, pero preservando cada uno su intimidad.

La vivienda se fue actualizando como he dicho, siempre respetando el legado de la familia e intentando realizar cambios hacia un estilo de vida más moderno. El edificio original era tipo cobertizo y se quiso convertir en hogar, además de compartirlo con zona profesional, espacios de entretenimiento y por supuesto, un importante jardín. «Sentir cómo el exterior se colaba en el interior«.

Muchos de los elementos han evolucionado con el tiempo, como el techo, que ahora se compone de láminas de policarbonato obteniendo así, un techo traslucido. Controlar la temperatura era otro desafío importante, los propietarios tuvieron que crear su propio sistema. La casa trabaja con las condiciones climáticas externas anticipándose a ellas (por ejemplo, si va a hacer calor mañana, la propia casa de encarga de abrir las ventanas por la noche para que la esta se refresque). Obviamente este software no estaba inventado, así que lo crearon los propietarios y resultó tan eficaz que ahora se desarrolla para espacios comerciales.

También se centraron en realizar cambios estéticos para crear un espacio más familiar. Los ambientes menos dotados de luz se han dejado para dormitorios y el trastero, se ha convertido en el baño y la lavandería. Respecto al dormitorio principal, se reubicó bajó la plataforma de la zona de estar, creando así un espacio íntimo, casi subterráneo y rodeado de jardín, antiguamente se encontraba en una de las plataformas superiores, lo que lo hacía más visible y menos privado.

También se incorporaron zonas de juego mediante columpios, trapecios, anillos de gimnasia o bloques de espuma, el juego y el deporte es importante en esta familia y qué duda cabe, que esta casa se presta a ello.

En cuanto a la decoración es sencilla y sin pretensiones, aquí sí veo la funcionalidad. Los espacios no están recargados, pocos elementos, con predominio de la madera que casi se funde con el entorno, muchas piezas mid-century mezcladas con otras de estilo contemporáneo,… nada resalta, el protagonismo de esta vivienda se lo lleva el jardín, tanto exterior como interior.

¿Qué opináis? ¿Podríais vivir en una casa así? Yo tengo serias dudas por mucho que me guste a la vista…

Imágenes vía: The Design Files

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Queen Anne House

Es el primer post de este año y ya estoy incumpliendo mis propios esquemas mentales, así que como dije el otro día en Instagram, mejor me dejo fluir porque luego no cumplo con mi absurda cabeza cuadriculada. Creo que siempre he tenido una lucha interna entre la Cristina ordenada, constante, trabajadora, con la que pretende ser creativa, libre y no regirse por esquemas ni patrones. No es una lucha agradable la verdad, supongo que en el medio está la virtud, como en todo, pero he sido tanto de la primera Cristina, que ahora necesito ser un poco más de la segunda.

Bueno que menudo rollo para empezar, sólo para deciros que mi plan era traeros el cambio low cost que hicimos en el aseo del pueblo durante las vacaciones (podéis verlo en Instagram, muchos me consta que ya lo habéis hecho y seguisteis las Stories durante el proceso). El caso es que ayer cuando subí las fotos al blog, dije – qué narices, esto no está terminado – así que lo dejo guardado para cuando pueda ofreceros algo más de sorpresa. Quiero meter un poco de color, poner vinilo en el suelo, un cuadro grande que también aporte algo de impacto, porque ahora mismo aunque bonito, le falta «vidilla». Lo dicho, si no lo habéis visto aún, podéis bien esperar a que lo termine del todo y lo publique por aquí, o abrir boca con el post que puse en Instagram (os lo dejo aquí), en cualquier caso el aseo está por rematar.

Y antes de empezar, se me olvidó felicitar a mi querido blog que a finales de diciembre cumplió la friolera de ¡14 años! ¿Cómo os quedáis? Creo que si sacara todos los post, daría para escribir un libro. Esa justamente es la Cristina constante. Y por supuesto, felicitaros el año, que groseramente me he puesto a escribir y no he dicho ni «mu», espero que hayáis tenido unas Navidades lo más tranquilas posibles y a ser posible, sin el bicho como compañero.

Os traigo para empezar esta belleza de 1915, con la que tengo ciertos sentimientos encontrados. Las obras de remodelación se llevaron a cabo por DeForest Architects y el interiorismo pertenece al estudio NB Design GroupNada más entrar se aprecia el contraste entre la antigua edificación de ladrillo y el añadido que se realizó como nueva entrada de la casa, a modo de porche acristalado, que lo inunda todo de luz. Me encanta cómo se ha resuelto el espacio con un simple perchero con zapatero incorporado, muy útil para dejar abrigos y zapatos al llegar. Un puf hace las veces de descalzador y el toque de las plantas le da sensación de confort a una gama cromática en negros y grises. Por cierto un acierto el suelo de cemento en la entrada para facilitar la limpieza.

Ya en el interior, se han respetado los suelos de madera y las carpinterías antiguas, pero se han pintado de blanco para aumentar la sensación de amplitud, incluidas puertas correderas, columnas de madera tallada o la barandilla de la escalera. El toque de color y la guinda del pastel de esta vivienda, al menos en mi opinión, son las vidrieras. De ahí que el mobiliario, sea en su mayoría en tonos neutros. Podemos ver también cómo en muchas ventanas se han añadido butacas, sillas o bancos, para poder disfrutar de las vistas del jardín, que por cierto, tampoco tiene desperdicio.

La cocina combina el aire clásico de la casa con los materiales modernos que se han introducido para darle contraste, como el acero inoxidable, la lechada oscura que remarca los azulejos, la gran campana,… y en la isla, se ha utilizado una encimera de madera, que tiene su réplica en el suelo y le resta frialdad al acero.

Los dormitorios están llenos de soluciones de almacenaje, zonas para trabajar, librerías,… lo cierto es que el tamaño también ayuda. Me ha encantado la idea de una cama de matrimonio central con la librería detrás y zona de trabajo bajo la ventana, pocas veces lo he visto (muchas con un vestidor, casi nunca con una librería).

Lo que más me ha desconcertado es el ático, parece que estás en otro lugar, una vivienda distinta. No es que no me guste, todo lo contrario, es que simplemente no creo que nadie que entre por la puerta, espere descubrir un lugar así cuando sube las escaleras ¿Qué opináis? Se oculta detrás de lo que parecen unas puertas de armario, pero realmente son unas escaleras por las que se accede al ático. Allí se encuentra un dormitorio y una zona de estar completa.

Cada habitación tiene su baño propio, el principal con una bañera profunda de madera, zona de relax y azulejos blancos con textura. Un segundo baño, muy original por cierto, tiene dos bañeras circulares y profundas también, enmarcadas bajo dos vidrieras y en el centro, un cuelga plantas que a su vez sirve de apoyo o pequeña estantería.

Y para rizar el rizo, la casa tiene además un estudio de arte con cocina ¿Alguien da más? ¿Qué os parece para empezar el año?

Imágenes: Haris Kenjar / Arquitectura: DeForest Architects / Diseño Interior: NB Design Group

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LF91 Architecture. Finca Rosa

Parece que el frío ha llegado para quedarse y yo, que soy de secano total, en lugar de buscar casas que nos muestren abrigo y recogimiento, sigo con la mente puesta en aquellas que nos trasladan al sol y a la vida en el exterior. Al menos esta semana, que es cuando se ha notado la bajada drástica de temperaturas, necesito mi particular luto para hacerme a la idea de que es noviembre y lo que toca son días más cortos, frío, lluvia,… la semana próxima, prometo traeros cosas más propias de la fecha en la que estamos.

Esta maravilla es un proyecto del estudio de arquitectura LF91, se llama Finca Rosa y está situado en Son Servera, Mallorca. En concreto, la vivienda fue una adquisición para la arquitecta e interiorista berlinesa del propio estudio, Britta Horstmann-Krause, que vio en ella un gran potencial con vistas al mar y la montaña. La casa pertenecía anteriormente a un matrimonio que había pasado largas estancias en Centroamérica, dejando cierta huella estilística en la vivienda, como los patios a varios niveles. La casa consta de tres estructuras conectadas, un edificio principal de dos plantas y dos anexos de una sola planta, todas las estancias con sus terrazas orientadas a la parte trasera o delantera, desde donde ver mar o montaña, es un verdadero lujo.

La finalidad era crear una casa de vacaciones de aire mediterráneo, sin demasiados ornamentos, utilizando materiales naturales y de la zona, como baldosas de cemento mallorquín-hidráulico, piedra, madera antigua, alfombras tejidas africanas, etc. El arte era relevante para esta familia por lo que el proyecto de iluminación, cobró también un papel muy importante.

Igual de cuidado que se prestó al interior, el estudio de arquitectura quiso que el paisajismo estuviera a la altura de las circunstancias. Una combinación de olivos, cipreses e higueras, discurren por los jardines e integran los distintos espacios al aire libre, desde la piscina a zonas de comedor o estar, con techos de cañizo y trepadoras que aportan sombra y frescor.

En cuanto a la decoración, encontramos una vivienda sencilla, con pocos elementos pero bien elegidos. El hall ya define lo que vendrá, una antigua silla de enea acompañada por dos cuadros del artista Detlef Baltrock y una sencilla alfombra redondeada de Tine K Home, son el preludio de una vivienda donde son pocas las piezas que se roban el protagonismo.

El salón o zona de estar, se compone de un sofá de B&B Italia con dos maravillosa butacas enfrentadas de Carl Hansen & Søn, cierra el conjunto una mesa de centro de anticuario y una lámpara de Marset.

La cocina, muy sencilla también, es típica de la zona. Con muebles de obra, baldas en lugar de armarios en la zona superior y en la parte baja, con puertas de madera. La cocina está contigua al comedor, con mesa y sillas de Vitra.

El baño principal es una de mis zonas favoritas, el revestimiento de la ducha a modo de guijarros es una obsesión que tengo desde hace muchos años, quizás yo la elegiría para el suelo en lugar de la pared (o incluso para ambos en la zona de la ducha), pero sin lugar a dudas, estaría claramente dentro de mis elecciones. El resto de lo que transmite ese baño es pura calma, no necesita más adjetivos. La escalera de bambú es de Let’s Pause.

Los dormitorios son también, un remanso de paz, con cierta mezcla entre lo nuevo y lo viejo. Las lámparas colgantes a los laterales de la cama del dormitorio principal, son antigüedades recuperadas por la propietaria. Los textiles son de Maison de Vacances y Organic Studio.

¿Verdad que viendo esta casa se os quitan las ganas de invierno?

Imágenes: LF91 / Info; Interiores Magazine

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Un proyecto de Jessica Bataille

La casa de hoy, aunque alegre, refleja muy bien el hartazgo que tengo, mis ganas de viajar, de hacerme una escapada con mis amigas o con mi marido. Ahora mismo, tengo una amiga enviándonos fotos desde Málaga, se ha ido sola a meditar, a descansar, desconectar, esta pandemia nos ha dejado tocados a todos. El caso es que nos manda fotos desde donde solemos hacer la escapada anual de chicas y me corroe la envidia sana, si pudiera cogería el AVE y me iría con ella ahora mismo. Ayer recibí la primera vacuna de Pfizer , así que me toca esperar otros 21 días para la inmunidad total y luego, a que lleguen vacaciones. ¡Madre mía, no veo el momento!

La casa de campo que os traigo hoy, también ha sido destino de otra de nuestras escapadas de chicas, Alicante. Todo son mensajes subliminales, igual es que debería irme de viaje ya ;-)

Es un proyecto de la interiorista Jessica Bataille, que ha sabido respetar a la perfección el encanto de esta finca de doscientos años. Se han dejado vistos los gruesos muros de piedra, mientras otras paredes en cambio, han sido encaladas. Con la decoración se ha jugado a la mezcla, sobre todo de culturas, encontramos antigüedades europeas, piezas de origen oriental, múltiples texturas y ricas telas en seda, lino o terciopelo, jugando además con el color. Una mezcla explosiva y divertida que tras cruzar el umbral de la puerta, te da «buen rollo».

La vegetación es obra del centro de paisajismo Montgo Verd que consiguieron con plantas autóctonas darle el carácter mediterráneo que la casa necesitaba. Obviamente el olivo centenario, se convirtió en el protagonista indiscutible del jardín.

Entrando a la casa (por la puerta principal que es la original, es decir tiene 200 años), pasamos a un salón que lejos de parecer pesado por las paredes de piedra, se ha aligerado gracias a las telas. En concreto las cortinas, de seda de seda salvaje de Designers Guild, relajan bastante el ambiente. La chaise longue antigua del Mercado de las Pulgas de París, es una pieza para la que no tengo palabras, un WOW en toda regla, que además combina con las cortinas, las alfombras y demás detalles en rosa. Los cojines del suelo son de Marruecos, al igual que la alfombra y la mesita auxiliar, el sofá es de Ascensión Latorre tapizado también con terciopelo de Designers Guild. Y como colofón, Jessica Bataille ha introducido un armario indio en color verde de su showroom, todas las piezas a pesar de sus distintas procedencias o colores, conviven como si tal cosa en una antigua casa de labranza.

En la cocina se optó por pintar todo de blanco, incluidas las vigas vistas del techo. En el centro se puso una mesa de hierro y madera con sillas de formas y colores diferentes, adquiridas en mercadillos, esto le da un carácter más informal y campestre a la cocina. Bajo la mesa, una alfombra vinílica, delimita el espacio. El aparador ya se encontraba en la casa por lo que se pintó de blanco y verde para aprovecharlo.

El dormitorio vuelve a estar vestido con textiles de Designers Guild. Como decoración destaca el espejo del Siglo XVIII adquirido en un anticuario en Ámsterdam y dos banquetas antiguas a los pies de la cama. Particularmente me sobra la foto de Kate Moss, no sé si porque es algo que tengo muy visto o porque en esta casa con tantas piezas tan especiales, no me la esperaba.

El baño se ha resuelto de obra, la bañera está revestida con microcemento y los lavamanos son antiguos, para ellos se ha realizado un mueble hecho a medida con lamas de madera. Nada más verlo me ha transportado a Marruecos.

Incluso el exterior sigue una misma línea, la piscina es de nueva construcción pero no lo parece. Se llena a través de una fuente con caños, a modo de alberca. ¿Lo qué daría yo por estar allí ahora mismo?

Fotografía: Rafael Diéguez para Elle Decor

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