La casa de la interiorista Alex Boudreau…

En un rincón de la Baja California, entre el desierto y la sierra, encontramos esta vivienda que parece haber pertenecido siempre a este paisaje. Es la casa de Alex Boudreau, una diseñadora de interiores que, desde Brooklyn, soñó con crear un refugio familiar en la costa de Todos Santos, un pueblo lleno de encanto donde el tiempo parece detenerse.

Todo comenzó cuando Alex, junto a su familia, tras años de hospedarse en hoteles de la zona, en 2015 decidieron comprar un pequeño terreno frente al mar, una parcela que parecía esperar pacientemente su llegada. Pero la aventura apenas empezaba. La familia exploró varias opciones con arquitectos locales, aunque ninguno lograba capturar exactamente la esencia que deseaban: una casa que integrara la magia de Baja California con un sentido moderno y auténtico.

Así fue como Alex, quien sin ser arquitecta dirige renovaciones residenciales en Manhattan, se lanzó a diseñar ella misma, a esbozar sobre papel la casa que veía en su mente. Su enfoque fue claro desde el principio: quería un espacio que conversara con la naturaleza donde la luz natural fluyera por todos los espacios. Como guiño a sus referentes en la arquitectura, Alex apostó por una estructura simétrica inspirada en las haciendas mexicanas y en el trabajo de Le Corbusier y otros arquitectos modernistas. La disposición fue calculada para que el sol llenara la cocina y el baño principal durante la mañana, mientras que las terrazas se sumergen en el sol del atardecer. Cada lugar tiene su momento de luz.

Al entrar en la casa, el vestíbulo de techos altos de piedra laja blanca –una roca de la región que aporta frescura y textura– nos recibe con una mezcla de tradición y sofisticación. Las escaleras que flanquean este espacio son una joya en sí mismas: trabajadas por artesanos locales, sus barandillas de hierro en zigzag evocan el movimiento del mar, un detalle que aporta un toque contemporáneo sin romper la armonía de lo clásico.

Uno de los elementos más destacados de la casa es el suelo, de La Perla Mosaico, diseñado digitalmente por la interiorista e inspirado en los colores del paisaje: el terracota del desierto, el azul del océano, el naranja de los atardeceres y el blanco de la arena. Esta misma paleta armoniosa se repite en todas las habitaciones y espacios comunes, desde el dormitorio principal hasta la sala de estar, donde Alex ha creado un rincón especial para sus sobrinos. Este espacio, con un arco estilo marroquí lleno de almohadas, es perfecto para que los más pequeños descansen y jueguen.

La sala también invita a los adultos a relajarse en un ambiente fresco, decorado con sillas de mimbre encontradas en Milán y un sofá de ratán en un alegre amarillo. Este lugar se convierte en una sala de cine improvisada al caer la noche, cuando la familia proyecta películas en la pared de piedra.

Una curiosidad es el lavabo situado en el pasillo, que fue diseñado tanto para regar las plantas como para lavarse los pies llenos de arena al entrar. El lavabo es personalizado y la grifería de Signature Hardware.

La cocina, por supuesto, es el alma de la casa. Con estanterías abiertas para exhibir la vajilla, mobiliario de madera y encimeras de hormigón. Al rededor de la isla, unos taburetes de fibra y madera de Chairish, son perfectos para desayunos y cenas informales. Cada detalle ha sido pensado para ser acogedor y funcional. Alrededor de la mesa, decorada con manteles a cuadros estilo provenzal, se siente la herencia francesa de la familia, que se integra con la estética mexicana de la casa.

Más allá de la cocina, la influencia mexicana se nota en cada rincón. Desde las cestas tejidas hasta los nichos inspirados en el arquitecto Luis Barragán, la casa destila autenticidad. En el baño de invitados, Alex optó por azulejos de color albaricoque y una bañera profunda que invita al descanso.

El dormitorio de invitados tiene una coqueta esquina con un banco y una chimenea de adobe, que aunque no se utiliza porque allí la climatología no es dura, la interiorista decidió mantener por el encanto de su diseño.

El exterior también es encantador. Dado que la familia no vive allí a tiempo completo, Alex diseñó muebles empotrados que resistieran las inclemencias del tiempo. En el suelo, ladrillos hechos a mano simulan las olas del mar, mientras que las hamacas se mecen suavemente entre cactus y helechos. Aquí, todo está pensado para disfrutar la paz del lugar.

Para Alex, que visita la casa varias veces al año, este refugio sigue evolucionando. Su último proyecto es una cocina al aire libre con parrilla de leña y barra para compartir. Cada detalle nuevo agrega vida a este espacio, un refugio creado con tanto amor que cada visita la vive como una auténtica desconexión.

Fotografía: Skye Parrott y William Jess Laird para Domino Mgz y Alex Boudreau

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El poder de los neutros…

Qué curioso, ayer dejé preparado parte del post sabiendo que la mañana del viernes la tenía complicada. Al escribir ahora la autoría de las imágenes (al final del post), he pensado ¡vaya, esta fotógrafa me suena de otro de mis post! Efectivamente, el 28 de abril escribí una reseña (Jette Creative) y al leer el comienzo de la misma parece que hablo del mismo viernes. Entonces también era principio de puente (aquí en Madrid el lunes es la fiesta de San Isidro), aquel viernes también la primavera se había escondido por alguna parte (como hoy que hace un día de perros) y el post llegaba más tarde de lo habitual. ¿Será que vivo en el día de la Marmota? ;-)

La fotógrafa Amy Bartlam parece ejercer sobre mí un efecto imán, dos veces en menos de un mes he sido atrapada por sus instantáneas que me han llevado a descubrir a distintos interioristas. Si tenéis tiempo no dejéis de ver su portfolio (el link está al final del post).

Hoy os traigo otra vivienda captada por su objetivo, cuyo proyecto pertenece a Hannah Polskin. Esta casa es un ejemplo cuasi perfecto de mis gustos. Sé que os he enseñado muchos estilos decorativos, algunos incluso muy atrevidos y coloristas que, por qué no decirlo, me encantan pero sólo para contemplarlos y recrearme la vista. La realidad es que soy bastante prudente decorativamente hablando, me sale la vena «miedica» o tradicional y arriesgo más bien poco, a sabiendas de que me cansaré en el futuro. De ahí que los colores neutros son los que predominan en mi casa. A veces me gustaría ser más atrevida en este sentido y poner un poco de color a mi vida, porque que sepáis que vistiendo soy igual. Sí, creo que el adjetivo «tradicional» me define bastante bien.

Aunque la paleta de color de esta vivienda es breve (blanco, negro, beige o marrón), no me digáis que no os quedáis con la boca abierta al verla. Para mí es perfecta tal cual, pero si necesitáis más color la casa funciona también como un lienzo en blanco. Imaginad el salón o el dormitorio con otros cojines (fucsias, mostaza, azules,…) ¿Verdad que cambiaría el concepto? O Lo mismo pasa en el comedor, si sustituimos la alfombra Beni ouarin por otra tipo patchwork o las que imitan a baldosa hidráulica, por poner un ejemplo, la estancia podría llenarse de color. Esto es lo que tiene el poder de los neutros, son perfectos para los que somos poco arriesgados y para los más atrevidos, se pueden usar como base del resto de la decoración.

Esta casa además tiene piezas que me gustan mucho, diría que lo que más me atrae son esos dos sillones orejeros de concepto clásico a los que se les ha dado un acabado moderno, gracias a la madera natural y al tapizado en blanco liso. También me gustan las mezclas de distinta procedencia, un puf marroquí por aquí, un buda por allá, una escultura africana en la pared, una pareja de sillas de corte español, etc. Toda esta mixtura bien avenida es una vez más gracias al escenario neutro que las acoge. Si os ha llamado la atención alguna pieza en concreto, en la web de la interiorista podéis encontrar el apartado «Shop these looks«, te lleva directo a la tienda donde seguro que ya no sabréis qué comprar, lo querréis todo :-)

¡Feliz fin de semana y feliz puente para los madrileños!

Fotografía: Amy Bartlam

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