Yana Molodykh

El piso que os traigo hoy se encuentra en el distrito financiero de Cracovia, 73 metros cuadrados que, en un principio, estaba pensado para ser alquilado. Sin embargo, el resultado final fue tan especial que sus propietarios decidieron quedárselo como refugio familiar. La responsable de este cambio fue la interiorista Yana Molodykh, quien logró transformar el espacio en un hogar donde lo vintage y lo moderno se mezclan con un toque oriental.

El objetivo principal del diseño era crear un lugar versátil, cómodo para una familia y funcional para recibir visitas. Según los dueños, querían que «tanto un ejecutivo como un director de orquesta» se sintieran a gusto allí. Una de las claves para lograrlo fue la cocina, un diseño de IKEA con mobiliario azul y un frente de azulejos en color terracota que le da mucha vida al espacio.

Como el piso no tenía un recibidor definido, Yana improvisó un vestíbulo separándolo del salón con un pequeño nicho. Un espacio práctico y con carácter gracias a los azulejos de Mutina y al tono granate oscuro de las paredes. El pasillo conecta todo el piso y se decoró con molduras blancas y papel pintado con motivos geométricos de PaperMint, que le dan un aire art déco. El suelo, un parquet de nogal colocado en espiga, aporta calidez y contraste con las líneas sencillas del mobiliario.

Para mantener todo en orden sin sacrificar estilo, se diseñó un armario a medida con frentes de rejilla, donde se ocultan la lavadora, la secadora y una zona de almacenamiento. Y aunque Yana siempre se inspira en los deseos de sus clientes, en este caso encontró su punto de partida en el Museo de Arte y Tecnología Japonesa Manggha, un lugar que le ayudó a darle al proyecto ese toque oriental que se respira en cada rincón.

El salón es el corazón de la casa y está lleno de detalles con historia. El sillón de Pols Potten, por ejemplo, recuerda la silueta de un samurái, mientras que los apliques de HAY evocan las sombrillas de las geishas. Las mesas del centro de Kononeko, con su diseño robusto y redondeado, parecen un homenaje a los luchadores de sumo. El sofá de MOMA Studio no solo encaja perfectamente con el resto del mobiliario, sino que también es plegable, convirtiendo este espacio en una zona multifuncional. Sobre él, un cojín de seda con forma de kimono y hecho a mano por Fabric 17, añade el toque singular. Las ventanas están vestidas con cortinas de Guell Lamadrid, y en la pared destaca una obra del artista Vova Keno que retrata a un galgo italiano.

Desde el salón se accede al baño de invitados, destaca su ambiente fresco gracias al papel pintado con motivos botánicos de Theo Wallpapers y un mueble verde intenso que le da mucha personalidad.

El dormitorio principal, en cambio, es sencillo y elegante. La cama, que fue pintada a mano para darle un aspecto envejecido, se combina con mesillas de Diza Collective, apliques de Artemide y una composición de pequeños cuadros vintage que adornan las paredes. Junto a la cama, hay un mini vestidor compuesto por un armario de IKEA, escondido detrás de un arco con cortina, que mantiene todo recogido de manera discreta.

La habitación de invitados tiene un encanto especial. Un papel pintado art déco de PaperMint le da un aire nostálgico, complementado con un espejo barroco francés y un cabecero de madera tapizado en beige que aporta calidez.

En cada espacio de este piso, los materiales, colores y detalles están pensados ​​para que la vida fluya de forma cómoda y bonita, con ese equilibrio perfecto entre lo práctico y lo estético. Un lugar que invita a quedarse y disfrutar de cada rincón.

Fotografía: Yuliia Yakubyshyna para Nuevo Estilo

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