El clasicismo de los años 20…

Nos encontramos ante un edificio construido en 1929, durante la llamada época del clasicismo. Un estilo arquitectónico que afloró entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, usado frecuentemente para diseñar edificios oficiales, aunque también, popularizado para la rápida construcción de viviendas en un momento en que, tras la guerra, había escasez. Las propiedades eran construidas con recursos limitados y poca ornamentación, aunque sin ceder a la funcionalidad, estética y por supuesto, su calidad.

A pesar de la poca ornamentación, no por ello las fachadas eran aburridas o insulsas. En ellas se podían ver elementos arquitectónicos clásicos como rosetones, guirnaldas, pilastras, etc. Además, lucían ventanas con formas redondeadas, cierres de guillotina, contraventanas y una carpintería perimetral en colores verde, granate o marrón, dándole al edificio una mayor presencia. Las fachadas transmitían calma y horizontalidad. Los techos a dos aguas eran comunes también y ofrecían la posibilidad de realizar apartamentos bajo cubierta.

Este es el caso que os traigo hoy. Un pisito abuhardillado, en venta en la conocida web de propiedades Alvhem, con orientación sur y grandes ventanales que lo inundan todo de luz. Dos dormitorios, uno completo y el otro sobre el altillo que se encuentra a la entrada. Bajo dicho altillo, se esconde un sencillo baño, aunque completo, y el resto de la vivienda es de planta abierta. En muy pocos metros, tan sólo 34 habitables, esta casa lo tiene todo.

Nada más entrar, el recibidor se resuelve con dos percheros «Hang it All», un clásico del diseño de los Eames de venta en Herman Miller y un gran panel que, además de decorar, tapa estratégicamente la caja de instalaciones. En ese mismo espacio, encontramos el baño y una escalera a través de la cual se accede al altillo, que funciona como dormitorio ocasional.

La cocina ocupa todo un frente, con electrodomésticos panelados, armarios superiores y baldas para salvar la inclinación del techo e incluso, una pequeña península que llega hasta la ventana y amplía la zona de trabajo y almacenamiento.

Un sencillo comedor hace de transición entre la cocina y la zona de estar. La mesa redondeada permite una mejor circulación así como, en un momento de necesidad, poder añadir algún que otro comensal más. Bajo la ventana, encontramos una zona decorada con un carrito de madera también con estética mid-century. No sé si habéis reparado en ello, pero en este apartamento hasta una bajante, se convierte en un aliado proporcionando una zona más de asiento. Simplemente se ha cubierto con una alfombra de borreguito para darle comodidad.

Bajo el siguiente ventanal, encontramos la zona de estar. Un sillón con tela Bouclè y una lámpara Cesca, crean el rincón perfecto para la lectura. Por otro lado, el sofá de dos plazas con mesitas auxiliares tipo nido, completan el conjunto.

Y al fondo, encontramos el dormitorio principal. Los armarios a medida siguen la estela del techo inclinado, ofreciendo cuatro zonas de almacenaje. Un sencillo perchero, un puf y la mesilla, es suficiente mobiliario para esta estancia. Como aquí no hay ventanal, la luz la recibe de la zona de estar y en lugar de un tabique se ha puesto un cerramiento de cristal que, si bien aquí no aparece, se me ocurre que para dar privacidad e incluso si como a mí, un ápice de luz te molesta para dormir, la cristalera se podría completar con unas cortinas por su parte interior.

Y hasta aquí la pequeña casita de hoy, que no por su tamaño es peor, diría que es un sueño de apartamento. ¿Podíais vivir en 34 metros cuadrados? Yo claramente, sí.

Imágenes: Alvhem

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Filippo Carandini

Hoy no hay tantas fotos como en otros post, curiosamente el trabajo de Filippo Carandini se divide en dos áreas, agencia de Branding corporativo y diseño interior (esto último es lo que os muestro en el post). Es la primera vez que me topo con algo así, pero si lo pienso, tanto lo uno como lo otro son disciplinas creativas, espacios y marcas.

Como del segundo tema entiendo poco aunque me atraiga, yo a lo mío, aquí van tres de los proyectos de Filippo. A pesar de ser espacios más diáfanos y con menos ornamentos de lo que acostumbro a poner (o a soltar mis recurrentes ¡woww!), hoy tengo que hacer una excepción, cada uno de estos proyectos me ha llamado la atención por un motivo u otro.

Si nos vamos al primero, en Hamburgo, me quito el sobrero con la otomana mostaza que tanto resalta en un espacio con predominio del blanco y negro. El suelo hidráulico del baño es para llorar, ¡qué digo! el baño completo, con sus sutiles detalles en color como la mecedora Eames, el perchero Hang it all o la toalla (de nuevo mostaza). En el dormitorio se puede bailar hasta un rock and roll del tamaño que tiene y en el nórdico, se vuelve a repetir el patrón del color mostaza, esto da continuidad a toda la vivienda. Para rematar, un vestidor que quita el sentido.

El apartamento de Riga me ha hecho desear trabajar en un despacho así, lo quiero tal cual, con las estanterías cúbicas y los aparadores al estilo de los antiguos de oficio. No estamos en la misma vivienda, sin embargo ¿adivináis el color de la alfombra del dormitorio?…

Y por último nos vamos a Florencia ¿y qué tenemos allí? ¡la nueva cocina de mi vida!, he decidido que ya no quiero una cocina blanca, quiero exactamente esa. Tampoco hago ascos al baño ni a los cerramientos de hierro y cristal.

Disfrutad de las imágenes, son pocas pero merecen la pena.

¡Buen fin de semana y Feliz Black Friday!

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