Se me hace complicado escribir este post, quizás sea porque hablar de viajes no es lo mío, pero intentaré hacerlo lo mejor posible.
El post viene cargado de fotos, como siempre, y aunque no os he puesto todas (no sea que os quedéis dormidos) lo cierto es que echo de menos unas cuantas, las que hice de la habitación nada más llegar al hotel. En cualquier caso ya os enseñe la semana pasada fotos de su propia web.
Empezando por el hotel, búsqueda que hizo mi hermana y mi amiga Ana conscientes de que aprecio el diseño, os diré que acertaron. Céntrico, coqueto, muy cómodo y con un trato exquisito. Por ponerle un pero, os diría que diseño e interiorismo no deberían estar reñidos con la funcionalidad y lo digo por algunos aspectos del precioso baño revestido en mármol negro, cuyo wc no está hecho para personas de mediana estatura sino para altos nórdicos (vaya que nos colgaban las piernas, ciertamente incómodo), por otro lado la mampara de la ducha llegaba sólo hasta las rodillas con el consiguiente escape de agua fuera de la misma y los senos de los lavamanos eran tan poco profundos que había que ingeniárselas para no mojar el suelo. ¡Pero todo esto que importa cuando estás de vacaciones!
Para contaros cosas sobre el viaje prefiero ir ilustrando con fotografías. No llevan un orden cronológico, empiezo por lo que más me ha llamado la atención. Lo primero y como no podía ser de otra manera, son las tiendas, no como concepto sino por su puesta en escena. En mi vida había visto tantos negocios, a cual más dispar, todos y cada uno de ellos se muestran con tal genialidad, que sencillamente te atraen (compres o no). Mirar estos ejemplos:
Todo en blanco y rojo.
Apetecen los caramelos sólo con verlos.