De inspiración Mid-Century…

Hoy os traigo una casa peculiar, al menos en cuanto a decoración se refiere. Puede que no sea del gusto de todos pero para mí, tiene muchos detalles inspiradores. Los baños principalmente y el modo en que un espacio abierto – como la zona de salón, comedor y cocina – se separan visualmente con tabiques a media altura dejando así fluir la luz y a la vez, consiguiendo puntos de apoyo para los muebles. Es ingenioso ¿no?

Se trata de la vivienda de una pareja de alemanes en Los Ángeles, que la compró sin siquiera haberla visto. Su idea inicial era trasladarse a Manhattan (Nueva York), pero con dos niños pequeños pensaron que una ciudad como Santa Mónica podría ofrecerles una vida más pausada y disfrutar de un clima más cálido. Así fue cómo llegaron aquí, primero se mudaron a una vivienda de alquiler y después compraron de esta joya de 1957 en Pacific Palisades.

Una vez allí, les presentaron a Stephanie Hauptli, diseñadora de Haup Tlihaus, con la que conectaron enseguida. Habiendo crecido en Suiza, hablaba perfectamente alemán y el entendimiento fue más fácil, incluso en la distancia, haciendo reuniones por Zoom o enviándose fotos por WhatsApp. La diseñadora supo ver el potencial de la madera en cocina y baños, algo que la propietaria no quería cambiar, es más, los armarios de la cocina son los originales. En lo que sí hubo cambio fue en las encimeras, en lugar de las tradicionales se optó por azulejos de la firma Zellige. Son realizados en Marruecos de forma artesanal, cada pieza es única ya que están hechas a mano, una a una. Tal y como lo veo yo, probablemente no sería la opción más limpia para una cocina o unos baños ya que, al no ser una superficie continua, la suciedad es más difícil de quitar. Lo que es indiscutible es su belleza y la forma que tienen de transmitir que, aún siendo nuevos, parece que siempre hubieran estado allí. Estos azulejos han sido mi flechazo de hoy.

Otro de mis flechazos, es la manera en que la diseñadora combinó los bonitos azulejos con papel pintado. El vegetal de la cocina, de Arjumand´s World, no me acaba de convencer, pienso que le hubiera quedado mejor algo más sutil y luminoso, para compensar el peso de la madera. Sin embargo, la combinación de los baños me parece que queda espectacular. El que más me gusta, el azul verdoso de pequeñas hojas que es de Sandberg Wallpaper.

El suelo también requirió de su intervención. Había que unificar los cinco materiales distintos que había inicialmente en la casa. Se optó por poner en toda su superficie baldosas en bruto de terracota de Mission Tile West, aquí sí, muy fáciles de mantener y limpiar.

Y algo que llama mucho la atención, es el sofá rosa que la diseñadora hizo a medida para la propietaria. Quería una pieza inspirada en los 60, divertida y fresca, de ahí el color y sus faldas. Esta inspiración concuerda perfectamente con el resto de elementos de sello Mid-Century que podemos ver distribuidos por la casa, como la silla infantil del escritorio de DWR de los Eames, los apliques del baño también de DWR para Artemide o la lámpara Nelson Bubble sobre la mesa del office diseño de 1952, entre otros.

Por último, aunque no menos importante, tiene el atractivo de su patio trasero con unas maravillosas vistas al campo donde la propietaria, ya tiene en mente construir una piscina. Se la ha encargado al marido arquitecto de la diseñadora.

¿Sería un lugar donde podríais vivir o la decoración os parece algo cargada? Me encantaría saber qué opinión os merece esta vivienda, os espero en comentarios.

Imágenes: Madeline Tolle / para Domino Magazine

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Un precioso loft en Manhattan

Hoy cambiamos el campo por un loft situado en un edificio de finales del Siglo XIX, una antigua fábrica rehabilitada en el West Village, Manhattan (Nueva York). Los encargados del proyecto fueron el arquitecto Jon Powell y el interiorista Bachman Clem, cuya premisa fue buscar espacios abiertos, informales y acogedores, lejos de la construcción barroca y compartimentada de la anterior vivienda de los actuales propietarios.

Todo el sentido de la reforma lo dio el techo que se encontraba tapado bajo montañas de yeso. Al descubrir el tesoro allí escondido, estaba claro que había que dejarlo a la vista, pero costó seis meses averiguar si tendrían la cantidad suficiente de ladrillo para reemplazar aquellos que estaban deteriorados, una vez vieron que era factible, arrancaron con el proyecto y la idea en base a la cuál ahora, giraría la vivienda.

Para simplificar y conseguir espacios abiertos, la cocina, el estar y el comedor, comparten un mismo espacio permitiendo así, que invitados y propietarios puedan interactuar entre sí. Junto a la cocina, se realizó una pequeña biblioteca y sala de estar, que se separó mediante un cerramiento fijo de acero y cristal para preservar la intimidad, un espacio para desconectar con un buen libro o ver la tele. Para equilibrar la fuerza del ladrillo, se han utilizado colores tierra tanto en textiles como en paredes, que han sido revestidas con yeso veneciano también en color beige.

La iluminación fue otro reto que se resolvió con tiras de led adosadas a las estructuras de acero que recorren la base de cada arco y algunos focos empotrados que iluminan zonas puntuales.

Para separar los espacios de día y de noche, está el recibidor, por cierto, de los más bonitos que he visto en mi vida, la gran consola es guatemalteca de principios del Siglo XX. Una gran estructura de roble se encarga de esta misión, detrás están los dormitorios, zona de almacenaje, el tocador y el lavadero, también un despacho dentro del dormitorio principal donde se vuelve a utilizar panelados de roble como recurso decorativo. En este espacio y para restar peso visual, se ha separado el dormitorio del despacho con otro cerramiento de acero y cristal, tal y como se ha hecho en el cuarto de estar.

En los dormitorios se han permitido más licencias de color, aunque siempre con tonos empolvados como el azul grisáceo o el verde, menos en el aseo, donde se ha hecho un homenaje al ladrillo del techo y se ha utilizado un potente rojo de Benjamin Moore, color favorito de la propietaria. En las zonas privadas se decidió dejar los techos con el yeso existente.

Para el mobiliario, se buscaron piezas antiguas como la consola de la entrada que os mencionaba antes; colecciones de arte procedente de los propietarios; piezas vintage de diseñadores de renombre, como las butacas del salón del brasileño Sergio Rodrigues; muebles a media, como el gran sofá del salón o los cabeceros, las camas y el almacenaje de los dormitorios realizados por Bachman Brown Design,… todo ello, siempre buscando la correcta balanza entre lo minimalista, lo antiguo y lo industrial.

¿Creéis que está conseguido? A mí sólo el recibidor ya me ha conquistado.

Imágenes: JPA y Elle Decor

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Apartamento en Manhattan

Si os pido que miréis la última imagen (el «antes» de este apartamento en Manhattan), seguro que os impactará el cambio. Un espacio sombrío y anticuado que ha dado paso a otro repleto de luz y serenidad.

La remodelación de la vivienda estuvo a cargo de Best and Company NYC, mientras que el equipo de diseño fue Opus AD. La intención de este proyecto era optimizar el espacio a través de los colores claros, los espacios abiertos y elementos naturales. La casa requirió un gran cambio en la distribución, hablamos de una vivienda cuya construcción databa de los años 50, uno de los retos más difíciles fue convertir el pasillo en un gran solárium.

Los clientes, una joven familia de Florida, compraron esta vivienda de Manhattan y el equipo de diseño Opus AD quiso inspirarse en su antigua forma de vida y en la pasión de su propietario por surfear. A la vivienda la llamaron «la cabaña de surf urbana«. Para conseguir trasladar un poco de Florida a Nueva York, dieron mucha importancia a la luz natural y a dejar que el exterior se colase en el interior. Así, la mitad del apartamento posee ventanales a ambos lados además de contar con la amplia terraza para que la luz estuviera asegurada.

Otra prioridad era su hijo, querían que contara con su propio espacio y para ello diseñaron el dormitorio con área de juegos adyacente. El resto de la vivienda, ya que sólo posee estos dos dormitorios, está concebida para reunirse, hacer vida en familia y el esparcimiento, siempre manteniendo la funcionalidad.

Un requisito más a la hora de la remodelación, fue la limpieza del aire y la calidad del medio ambiente. La casa esta herméticamente sellada, el aire que allí circula es excepcionalmente limpio (una buena idea si vives en una ciudad como Nueva York). Esta sensación de limpieza se refleja además en la decoración, gruesas paredes blancas, muebles modernos de líneas sencillas y limpias, un ambiente minimalista pero cálido a la vez. Calidez aportada por la madera de roble que recorre la vivienda, pero también por la paleta de colores neutros que hacen de esta casa un lugar sereno y acogedor.

Particularmente, la combinación de blancos, beige y madera cada vez me gusta más y si os fijáis (excepto por alguna planta o cuadro), estos son los tonos que se repiten en toda la casa, suelos, muebles, textiles, revestimientos, etc. Lo único que no logro ver es que la vivienda esté inspirada en alguien que le gusta el surf, pero habiendo conseguido un resultado tan bonito, ese pequeño detalle lo pasaré por alto ;-)

Fotografía: Marius Chira

El antes…

Info vía Domino Magazine

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