Un precioso loft en Manhattan

Hoy cambiamos el campo por un loft situado en un edificio de finales del Siglo XIX, una antigua fábrica rehabilitada en el West Village, Manhattan (Nueva York). Los encargados del proyecto fueron el arquitecto Jon Powell y el interiorista Bachman Clem, cuya premisa fue buscar espacios abiertos, informales y acogedores, lejos de la construcción barroca y compartimentada de la anterior vivienda de los actuales propietarios.

Todo el sentido de la reforma lo dio el techo que se encontraba tapado bajo montañas de yeso. Al descubrir el tesoro allí escondido, estaba claro que había que dejarlo a la vista, pero costó seis meses averiguar si tendrían la cantidad suficiente de ladrillo para reemplazar aquellos que estaban deteriorados, una vez vieron que era factible, arrancaron con el proyecto y la idea en base a la cuál ahora, giraría la vivienda.

Para simplificar y conseguir espacios abiertos, la cocina, el estar y el comedor, comparten un mismo espacio permitiendo así, que invitados y propietarios puedan interactuar entre sí. Junto a la cocina, se realizó una pequeña biblioteca y sala de estar, que se separó mediante un cerramiento fijo de acero y cristal para preservar la intimidad, un espacio para desconectar con un buen libro o ver la tele. Para equilibrar la fuerza del ladrillo, se han utilizado colores tierra tanto en textiles como en paredes, que han sido revestidas con yeso veneciano también en color beige.

La iluminación fue otro reto que se resolvió con tiras de led adosadas a las estructuras de acero que recorren la base de cada arco y algunos focos empotrados que iluminan zonas puntuales.

Para separar los espacios de día y de noche, está el recibidor, por cierto, de los más bonitos que he visto en mi vida, la gran consola es guatemalteca de principios del Siglo XX. Una gran estructura de roble se encarga de esta misión, detrás están los dormitorios, zona de almacenaje, el tocador y el lavadero, también un despacho dentro del dormitorio principal donde se vuelve a utilizar panelados de roble como recurso decorativo. En este espacio y para restar peso visual, se ha separado el dormitorio del despacho con otro cerramiento de acero y cristal, tal y como se ha hecho en el cuarto de estar.

En los dormitorios se han permitido más licencias de color, aunque siempre con tonos empolvados como el azul grisáceo o el verde, menos en el aseo, donde se ha hecho un homenaje al ladrillo del techo y se ha utilizado un potente rojo de Benjamin Moore, color favorito de la propietaria. En las zonas privadas se decidió dejar los techos con el yeso existente.

Para el mobiliario, se buscaron piezas antiguas como la consola de la entrada que os mencionaba antes; colecciones de arte procedente de los propietarios; piezas vintage de diseñadores de renombre, como las butacas del salón del brasileño Sergio Rodrigues; muebles a media, como el gran sofá del salón o los cabeceros, las camas y el almacenaje de los dormitorios realizados por Bachman Brown Design,… todo ello, siempre buscando la correcta balanza entre lo minimalista, lo antiguo y lo industrial.

¿Creéis que está conseguido? A mí sólo el recibidor ya me ha conquistado.

Imágenes: JPA y Elle Decor

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Apartamento en Manhattan

Si os pido que miréis la última imagen (el «antes» de este apartamento en Manhattan), seguro que os impactará el cambio. Un espacio sombrío y anticuado que ha dado paso a otro repleto de luz y serenidad.

La remodelación de la vivienda estuvo a cargo de Best and Company NYC, mientras que el equipo de diseño fue Opus AD. La intención de este proyecto era optimizar el espacio a través de los colores claros, los espacios abiertos y elementos naturales. La casa requirió un gran cambio en la distribución, hablamos de una vivienda cuya construcción databa de los años 50, uno de los retos más difíciles fue convertir el pasillo en un gran solárium.

Los clientes, una joven familia de Florida, compraron esta vivienda de Manhattan y el equipo de diseño Opus AD quiso inspirarse en su antigua forma de vida y en la pasión de su propietario por surfear. A la vivienda la llamaron «la cabaña de surf urbana«. Para conseguir trasladar un poco de Florida a Nueva York, dieron mucha importancia a la luz natural y a dejar que el exterior se colase en el interior. Así, la mitad del apartamento posee ventanales a ambos lados además de contar con la amplia terraza para que la luz estuviera asegurada.

Otra prioridad era su hijo, querían que contara con su propio espacio y para ello diseñaron el dormitorio con área de juegos adyacente. El resto de la vivienda, ya que sólo posee estos dos dormitorios, está concebida para reunirse, hacer vida en familia y el esparcimiento, siempre manteniendo la funcionalidad.

Un requisito más a la hora de la remodelación, fue la limpieza del aire y la calidad del medio ambiente. La casa esta herméticamente sellada, el aire que allí circula es excepcionalmente limpio (una buena idea si vives en una ciudad como Nueva York). Esta sensación de limpieza se refleja además en la decoración, gruesas paredes blancas, muebles modernos de líneas sencillas y limpias, un ambiente minimalista pero cálido a la vez. Calidez aportada por la madera de roble que recorre la vivienda, pero también por la paleta de colores neutros que hacen de esta casa un lugar sereno y acogedor.

Particularmente, la combinación de blancos, beige y madera cada vez me gusta más y si os fijáis (excepto por alguna planta o cuadro), estos son los tonos que se repiten en toda la casa, suelos, muebles, textiles, revestimientos, etc. Lo único que no logro ver es que la vivienda esté inspirada en alguien que le gusta el surf, pero habiendo conseguido un resultado tan bonito, ese pequeño detalle lo pasaré por alto ;-)

Fotografía: Marius Chira

El antes…

Info vía Domino Magazine

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