Estudio Aldescubierto

Después de patear incansablemente el centro de Valencia el pasado fin de semana, me reafirmo por un lado en la belleza de las ciudades, los miles de rincones que descubres a cada paso, cientos de fotos que quieres guardar para no olvidar ni un pedacito de pared, puerta, ventana, tienda, restaurante,… o rincón que llama tu atención por banal que pueda parecer. Pero al igual que me reafirmo en todo ello, me sigo viendo como Paco Martínez Soria, perdida y despistada, abrumada por la gente y con mi carente GPS mental que me recuerda, que soy más de pueblo que las amapolas.

Me encantan las casas como la que os traigo hoy, un piso centenario reformado en la calle Fuencarral, todo un privilegio, pero por bonito que sea y por más que me guste lo que el estudio Aldescubierto, ha hecho a esta vivienda para sacarle todo su potencial a esta casa centenaria, a mí que me pongan ración doble de casita en el campo o una mirando al mar. ¿Cómo puede ser que me agobie tanto la ciudad?

Como toda vivienda antigua, estaba totalmente compartimentada, pero el estudio supo enseguida ver su gran potencial. Con tres orientaciones diferentes y nueve balcones al exterior en pleno centro de Madrid, es como al que le toca la lotería.

Toda la zona de día está conectada entre sí, aunque dividida por columnas originales de madera. La entrada al salón no se pudo tirar completamente porque es un elemento estructural, aún así los vanos dejan pasar la luz y comunican los espacios a la perfección. Se mantuvieron muchos de los elementos originales, como las ventanas y contraventanas, contrastándolos con otros nuevos. Muchos de los muebles están hechos a medida por el propio estudio, como la librería compuesta por módulos de distintos tamaños que la hacen muy dinámica.

La gran cantidad de luz, permite cierta licencia con los colores, como los sofás azules de Pedro Ros, o los múltiples cojines de Batavia y B&B Collection, la alfombra tipo Kilim de la entrada de Tailak, o las sillas del comedor de Maison du Monde, entre otros.

Para la cocina, los arquitectos tenían pensado un espacio totalmente abierto, sin embargo la propietaria prefería poder independizarla en momentos puntuales. De ahí la solución del cerramiento de cristal, que permite integrar o separar el espacio según las necesidades, sin restar visibilidad.

La zona del dormitorio principal, es un espacio privilegiado que invita al relax, con ropa de cama de Zara Home. El  cabecero que hace las veces de separación respecto al cuarto de baño, que queda a sus espaldas. El acristalamiento permite que la luz llegue a este espacio también, aunque para dar cierta intimidad se han colocado unos estores de Bandalux. El baño además dispone a continuación de un vestidor algo que personalmente, me parece muy práctico. La altura del dormitorio, también permitió sacar un altillo.

Encontramos además una habitación de invitados, donde la gran cantidad de luz y el blanco de las paredes, quedan arropados por las fibras del cabecero de Deco&Living, la banqueta de El Rastro y los colores tostados de los textiles.

En la última imagen podéis ver a los componentes del estudio Aldescubierto, Cristina y Fernando, artífices de esta bonita reforma.

Fotografía: Felipe Scheffel Bell para El Mueble

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De cuadra a casa rural…

Sin duda Asturias se encuentra entre mis lugares favoritos de España porque aúna todo lo que más me gusta: mar, montaña, excelente gastronomía y buena gente. Si le tuviera que poner un «pero» quizás sería la climatología, no soy muy fan de la lluvia y allí nunca se sabe cuándo te caerá un chaparrón. Mi marido y yo siempre fantaseamos con vender nuestra casa en el futuro y buscar un sitio para jubilarnos y a pesar de tener una segunda residencia en un pueblo de Soria, que nos encanta también, siempre hablamos de que Asturias o Cantabria serían los destinos elegidos. Pero para eso queda mucho, que aunque la semana que viene es mi cumpleaños y ya no soy una jovenzuela, tampoco estoy como para jubilarme (y menos mi marido, que es más joven).

«Bicheando» por la revista El Mueble he encontrado esta maravillosa cuadra de 1750 convertida ahora en casa rural y tenía que compartirla, sobre todo este año que creo que nuestro turismo, más que nunca, debería ser nacional. Intentaré siempre que pueda y  encuentre un sitio que merezca la pena, enseñároslo y si con esto consigo que tan sólo una persona se interese por visitar uno de estos sitios me doy con un canto en los dientes, porque habré aportado mi pequeño grano de arena a un sector que lo está pasando mal.

Esta preciosa villa de finales del siglo XVIII, llamada La Casona, se encuentra en Lledías (muy cerca de Llanes y Ribadesella), a tan sólo cinco minutos de la playa y bajo los Picos de Europa ¿Puede haber enclave mejor? Está rodeada por una finca de 10.000 metros cuadrados y en ella se emplazan dos casas, una principal y un anexo.

La casa principal cuenta con 4 dormitorios dobles divididos entre sus dos plantas, una gran cocina con office y comedor, aseo y dos salones. La casita, además, cuenta con otros dos dormitorios en su planta superior y un gran salón de cien metros cuadrados en la planta baja. Todo ello con impresionantes vistas al exterior.

La propietaria, junto al constructor Antonio Peláez, que adquirió lo que en principio era una cuadra que llevaba 72 años cerrada, consiguieron hacer la transformación en tan sólo seis meses de obra. Se respetaron muchos de los elementos originales, e incluso algunos se dejaron sin tratar (como las paredes de la planta superior que era el pajar y sencillamente se pintaron de blanco), pero también se añadieron otros elementos que le otorgan a la vivienda algo de modernidad. Nada más entrar nos encontramos un cerramiento de hierro que produce un efecto invernadero y baña la entrada de luz, ese mismo hierro lo encontramos en vigas que conviven perfectamente con las antiguas de madera, también se puede ver en las barandillas curvadas de la escalera. El cemento cobra protagonismo tanto en la chimenea como en los suelos, es otra manera más de hacer los ambientes modernos a la vez que no pierden su esencia rústica propia de la casa.

En cuanto al mobiliario, se buscaron firmas frescas, sencillas, que comulgaran bien con la filosofía de estos espacios, así, encontramos ropa de cama de Zara Home, textiles del El Corte Inglés o de Deco&LIving, diversas piezas de Becara, tapicerías de Gancedo o sofás del Taller de las Indias. Todo ello tiendas cuyo abanico de productos pueden cuadrar tanto en una casa urbanita como en una de campo, en ésta en concreto diría que la elección ha sido perfecta.

Por favor no perdáis detalle del baño cuyo lavabo se encuentra en el centro del espacio sobre un velador ¿puede ser más original?

Os dejo que visitéis la casa con calma y me digáis si no os dan ganas de hacer las maletas ya…

Imágenes: Villa Club y El Mueble

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