Una villa marinera

Tener un blog durante tantos años me ha enseñado a abrir mi mente, cosas que antes eran impensables para mí o que mi cabeza cuadriculada no dejaba espacio para ellas, han irrumpido en mi vida de tal manera que ya no concibo la decoración de otra forma. Un ejemplo de ello es el color, hace unos años y no hablo de muchos, no podía ver más allá de los azules (en todas sus gamas, me encantan, me relajan, me transportan al mar, sin duda siempre será mi color). Pero mi retina se ha ido abriendo a otras posibilidades, di el paso con el verde cuando nació mi hija mayor e incorporé algún mueble en su habitación, ni qué decir tiene que huyo de la estridencia, así que siempre son tonos sosegados. Después llegaron los amarillos y mostazas, también el rosa (del que tanto había renegado), de esta manera y siempre en sus versiones más discretas, el blog me ha educado el ojo y me ha enseñado que hay que dar oportunidades a las cosas, porque ahí fuera hay un abanico infinito de posibilidades. Eso sí, el azul es y será mi color.

Cuando he visto esta villa en el Sardinero, Cantabria, no he podido resistirme a enseñárosla, en cuanto la veáis entenderéis el porqué. Se trata de un bien protegido de los años 40, por lo que durante la rehabilitación tuvieron que conservar muchos de los elementos originales del exterior. De todo ello se encargó el estudio de interiorismo Aedificare. La distribución interior sin embargo, es completamente nueva. Se reservó la orientación sur para las zonas de día, el salón, la cocina y el comedor, este último se encuentra en una habitación separada ya que en un momento dado puede hacer de habitación polivalente y convertirse en cuarto de invitados.

A pesar de encontrar mobiliario de distintos estilos, todo queda unificado gracias al uso de las telas, mismos colores y estampados se reparten por toda la casa consiguiendo un efecto de conjunto. Me encanta el contrapunto que ponen los toques de hierro o el color negro, no sólo por el cerramiento (que aunque no lo parece es un diseño en perfilería de madera lacada), sino también el radiador negro modelo Tesi, de Irsap., o la estufa de hierro fundido Craftsbury, de Hergom. Hablando del cerramiento, se ha diseñado con un vano central que sirve como barra de desayunos con una preciosa encimera de mármol Macael, y dos puertas a cada lado para permitir la ventilación cuando se requiera. Los preciosos taburetes son de Mundo del Taburete.

Tanto en la terraza, donde se han pintado los muebles del mismo color que la barandilla de la fachada para no desentonar, como en el dormitorio, seguimos con el mismo concepto en cuanto a color.

En el dormitorio principal al ser pequeño, se ha apostado por prescindir de puertas en los armarios y sustituirlas por estores de fibras, una solución práctica y que de nuevo evoca cierto estilo estival. La cama lleva un cabecero de obra de tal manera que deja un pasillo que hace las veces de vestidor. Los textiles son de Pepe Peñalver.

Mención aparte merecen los baños, ya sabéis cómo me gustan los muebles sacados de contexto y este es el perfecto ejemplo de ello. Se buscó una consola antigua a la que se le acopló un sobre de mármol a medida, se vistió con un lavabo de corte clásico con filo dorado de Bathco, se añadieron griferías encastradas también doradas de Nobili, se complementó con apliques de MisterWils y accesorios de Zara Home. El espejo es de El Corte Inglés. No me puede gustar más el resultado. En el siguiente baño destacan sus azulejos en forma de escama en color turquesa, son de Complementtoel resto de elementos son de las mismas firmas que se han utilizado en el otro baño.

Con esta casa he vuelto a enamorarme del azul y también me ha recordado la necesidad que tengo de ver el mar, pero de momento no me queda otra que esperar.

Imágenes: Aedificare / Mi Casa

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Nuestra escapada de fin de semana

A falta de grandes viajes, de vez en cuando es bueno hacerse una escapada de fin de semana. Hemos encontrado la excusa perfecta para ello: las carreras. Mi marido es un crack en esto del trail (correr por montaña) y a mí me ha arrastrado también, obviamente no hacemos las mismas distancias pero compartir aficiones con tu pareja es un lujo.

Esta vez nos fuimos a Cantabria, mi marido participaba en Los 10.000 del Soplao o lo que es lo mismo «el infierno cántabro«, como lo llaman. Me tocó ir de acompañante porque la distancia más corta que había era la carrera que hizo él, 48 km, ahí es nada (igual al ritmo que voy dentro de cinco años soy capaz de correr con él, de momento me conformo con mucho menos). Si os interesa el deporte pinchad en el enlace porque no sólo hay carreras a pie, también de bicis (más de 100 km), andarines (50 km), rutas adaptadas, ultramaratón, etc. o mejor aún, podéis ver el vídeo de la carrera hecho y narrado por mi marido (pinchad aquí para verlo y si os interesa el mundillo del trail podéis suscribiros a su canal). La verdad es que merece la pena ir aunque sólo sea por ver el ambientazo que hay y ya que estás en Cabezón de la Sal (desde donde sale la carrera), aprovechar para hacer turismo por los maravillosos pueblos de la zona.

Nosotros nos alojamos a 30 minutos de Cabezón de la Sal, en La Casona de Hermosa pueblo que da nombre a este pequeño hotel. La casona está regentada por unos amigos nuestros Rodrigo y Noelia, que hicieron de perfectos anfitriones. Se encuentra junto al pueblo de Liérganes que ha sido catalogado recientemente como uno de los pueblos más bonitos de España y al sur de la bahía de Santander.

La edificación del Siglo XVIII fue residencia de un indiano y su familia a su regreso de Cuba. Es una casona típicamente montañesa, totalmente restaurada y con todas las comodidades que puedas imaginar. El lugar está lleno de antigüedades, colecciones singulares (como una vitrina llena de moldes antiguos de bizcochos), obras de arte que decoran tanto el jardín como los interiores (esculturas y cuadros firmados por Pedro y Ramón Calderón).

En la planta baja tras pasar el recibidor que preside un piano y una chimenea de doble cara, encontramos el comedor con vistas al jardín. Una coqueta zona donde degustar los increíbles desayunos (Rodrigo y Noelia sólo utilizan productos cántabros, no sabréis qué elegir, quesos típicos de la zona, sobaos, distintos panes de elaboración artesanal, etc. un placer para los sentidos, y el estómago claro :-)) En los pisos superiores, 9 habitaciones amplias y decoradas con mimo desde donde se disfrutan las verdes vistas del campo cántabro.

Nosotros nos alojamos en la suite (la habitación rosa). Yo que soy delicada de espalda y cuello, no tengo palabras para describir lo confortables que son las camas, las almohadas de lo mejor que he probado, a pesar de haberme levantado el sábado a las cinco y media de la madrugada para ir a la carrera, descansé como un bebé. El resto de la habitación era para llevársela tal cuál a casa, el tocador y el armario antiguo, las puertas, el papel de flores,… totalmente acogedor.

Las primeras fotos las hice yo, esta vez no han quedado tan mal a pesar de hacerlas con el móvil. Las últimas también son personales, salimos mi marido y yo en la playa de Somo donde comimos el domingo y otras dos imágenes en el pueblo de Liérganes, una de ellas con «El hombre pez» (aquí podéis conocer la curiosa historia de este hombre).

En resumen, esta vez hablo con conocimiento de causa, os recomiendo La Casona de Hermosa por varios motivos, el primero sus propietarios (no encontraréis otros anfitriones que os mimen más), lo segundo por la casona en sí (comodidad, antigüedades, colecciones,… ah! y por supuesto los desayunos) y por último porque está en un lugar privilegiado (Santander, Comillas, Santillana del Mar, Liérganes, Santoña, San Vicente de la Barquera, el parque natural de Cabárceno,… todo a tiro de piedra).

Nosotros ya hemos decidido volver unos días este verano :-)

Playa de Somo

En Liéganes con el hombre Pez

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