Casa Cumbre. Viento Norte Arquitectura

Antes de empezar, quería hacer un inciso sobre el post de la semana pasada. Algunos me preguntasteis sobre el revestimiento del baño infantil, tampoco yo lo tenía muy claro, apostaba por un porcelánico ya que se encontraba en todo el perímetro del baño. Pregunté al departamento de prensa de Susanna Cots y hoy me han confirmado que se trata de papel pintado de la firma Wall&decò, al entrar en la web he visto que tienen una colección llamada Wet-System especial para zonas húmedas, allí he encontrado el susodicho papel. Así que resuelta la duda. Os animo que echéis un ojo a los diseños, los papeles son maravillosos.

Vamos ya con el post de hoy. Llegaréis a un porche cerrado, tipo invernadero, entonces entenderéis por qué me ha conquistado esta casa chilena. No es que el resto no me guste, que también, pero ese espacio me ha eclipsado. Se me ocurrirían un millón de usos para darle a ese rincón tan especial, aunque en este caso lo han utilizado como invernadero para las plantas y zona para las mascotas.

Por gustarme, me atrae incluso el nombre de la casa y del estudio de arquitectura responsable de su ejecución. Se llama Casa Cumbre y ha sido realizada por Viento Norte Arquitectura es como que todo me suena bastante idílico ¿no? Se sitúa en la localidad de Las Quemas, cerca de Puerto Varas (Chile), en medio de una gran pradera de pastoreo. Por su parte trasera, la vivienda tiene unas privilegiadas vistas a lo lejos, de la cordillera de los Andes y al rededor, disfruta del jardín y de toda la naturaleza del entorno. Gracias a los grandes ventanales, estratégicamente colocados de este a oeste, la exposición a la luz natural está garantizada todo el día, captando la luz desde que amanece hasta que se pone el sol.

Todas las zonas comunes son abiertas y comparten espacio, además, con doble altura, lo que las hace más luminosas y la sensación es de total amplitud. Además de la cocina, el comedor y el salón nos encontramos con un añadido, el espacio estrella, ese que tanto me ha enamorado, una especie de jardín de invierno, cerramiento, o invernadero, podéis llamarlo como queráis, cuyo techo y paredes acristaladas hace que la sensación sea de estar en el exterior cuando en realidad, se puede disfrutar incluso en pleno invierno y con lluvia. Su suelo porcelánico tipo hidráulico, lo hace especialmente sencillo de mantener. Como os decía antes, podría tener mil usos, pero en este caso quienes más lo disfrutan son las mascotas de la casa y las plantas, aunque seguro que en esa mesita estratégicamente colocada, algún que otro café contemplando el paisaje y al calor del sol del invierno, habrán pasado momentos de completo relax (y si no lo han hecho, les falta un tornillo).

La casa está dividida en alturas, en la parte baja se encuentran las zonas comunes de las que hemos hablado, pero también, un dormitorio de invitados con su propio baño. En una segunda planta accedemos a una sala de estar, el dormitorio principal con baño en suite y armario tipo walk-in closet y, por último, una pequeña zona de trabajo.

Toda la vivienda está construida con materiales que la conectan con la naturaleza y transmiten calidez. Acero y madera en el interior y un exterior de zinc negro combinado de nuevo con madera.

En cuanto a decoración, hay una sencilla mezcla entre lo industrial, lo vintage y lo rústico, muy acorde a la esencia de la vivienda. Mucho mobiliario en hierro que encuentra su réplica en las vigas, los cerramientos, las estufas,… Cierta osadía en el uso del color, pero sólo en puntos muy determinados, como el frente amarillo de la cocina (que puede verse incluso desde la planta superior), o el porcelánico imitación hidráulico del patio interior o invernadero. La parte rústica está representada por el mobiliario de cocina, todo en madera, o ciertas piezas en fibras naturales (como la lámpara del comedor), también en el cálido espacio destinado a despacho, realizado con una sencilla mesa de caballete y una butaca. En general la casa es un mix decorativo bien avenido donde cada pieza tiene un porqué y un para qué, sin que ninguna cobre más protagonismo que las otras.

Sencillo, sin más. ¡Pero ese cerramiento interior, puffff! me ha dejado loca. ¿Qué pensáis vosotros?

Imágenes: Matías Riveros para Dwell

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¿Minimalismo neutro o color?

Esta mañana leía un post en la cuenta de Instagram de @antique_arte_y_deco sobre cómo introducir color en nuestra decoración. Si aún no les seguís os lo recomiendo, porque además de vender unos muebles maravillosos, ofrecen grandes ideas de cómo introducir este tipo de piezas con tanta personalidad en nuestros hogares.

Diría que hay una tendencia clara al minimalismo, pero no entendido como antaño – frío e impersonal – sino todo lo contrario. Ahora nos encontramos con espacios limpios, muy confortables, con elementos que recuerdan a la naturaleza sobre todo a través de las texturas (maderas, revestimientos, textiles, colores…) que hacen que esta forma de decorar se haya convertido en un verdadero boom. Lo que transmite, sobre todo, es una sensación de confort y paz infinita.

Pero por otro lado ¿Quién es capaz de renunciar al color para siempre? ¿a esas piezas que te hacen vibrar y decir «¡aquí estoy yo!» y que son protagonistas indiscutibles del espacio? Esas que cuando entras en una habitación acaparan todas las miradas, porque te cuentan una historia, porque depende del color que tengan van a definir el resto del espacio convirtiéndolo en elegante, retro, contemporáneo, infantil, natural,… o cualquier otro adjetivo que se os ocurra.

Todos tenemos temporadas en la vida, los gustos cambian o quizás son las situaciones las que te hacen cambiar. Estoy en un momento en donde sólo busco tranquilidad, así que confieso que estos espacios tan serenos y minimalistas me atraen un montón, cada vez quiero menos ruido visual, menos cosas, e incluso menos espacio, no quiero ser esclava de lo material. Un momento de mi vida donde claramente, menos es más. Os contaré una anécdota, mi cachorro se ha comido buena parte de los muebles del salón y la cocina, la gente me pregunta si no me da rabia con lo que soy para la decoración, no es que salte de alegría, pero el amor que recibo del perrete me compensa con creces las «rastas» que ha dejado en la tapicería de mi butaca francesa o la media alfombra comida del salón, por poner dos ejemplos. Quizás la pequeña también piense que menos es más y me está ayudando a redecorar :-)

Lo ideal para mí, sería tener un lienzo neutro para poder añadir una pieza en color, que no tiene por qué ser algo estridente, de esta manera no te cansas y el espacio se sigue viendo como algo minimalista. Para ello se puede emplear una pieza en verde (que nos recordará a la naturaleza) o en tonos como el negro, grises o azules oscuros (que sencillamente elevará la elegancia de nuestro espacio), de esta manera estaremos introduciendo color en alguna pieza focal, sin romper la armonía minimalista y neutra que queremos mantener.

En el post veréis un proyecto de 7 apartamentos construidos por Terreo Studio en Tulum (México) y al final del mismo, una cocina de inspiración rústica, pero muy sencilla y con una alacena protagonista en color azul, de Antique Arte y Deco. ¿Con qué estilo os quedaríais?

Imágenes: Dwell

El color en una pieza única y protagonista dentro de un ambiente neutro, es maravilloso. Realmente tiene muchísima más personalidad ¿no creéis? Es el combo perfecto.

Imágen: Antique Arte y Decoración

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KLH Homes

Ya estoy de vuelta por aquí después de unas Navidades ¿Cómo las describiría? estresantes al principio y de desconexión total, la segunda parte de ellas. Se puede decir que he tenido un poco de todo. Espero que vosotros hayáis disfrutado de estos días que, aunque yo sea un poco Gringh, sé que a la mayoría os gustan estas fiestas. Los días que he estado en el pueblo sin hacer prácticamente nada y sin ver a nadie, esos no los cambiaba por nada. Paseos mañaneros con mi marido y la perrita por los pinares, un pequeño aperitivo y después de comer, sofá, manta y chimenea, ¿puede existir mejor plan? La pena es que todo lo bueno, se acaba.

Y comenzó la rutina y los propósitos, ¡ah! espera, que hace años que paso de propósitos, para qué si luego la vida me lleva por donde se le antoja, o suceden cosas a mi alrededor que hacen imposible que éstos se puedan cumplir. Y claro, luego viene la frustración y los «no puedo» o «no llego», así que mejor dejar el látigo en el armario porque ya la vida me lo pone bastante complicado como para hacerme una lista de deberes que por desgracia luego no puedo cumplir. Prefiero dejarme fluir, para bien o para mal.

Ya que vengo del campo, me quedo virtualmente un poco más en él y os llevo a lo que era una granja abandonada al final de un camino. ¡Menudo hallazgo para esta familia! Está en Kalamazoo, Michigan, y son tres casas individuales conectadas a través de pasarelas de cristal con tres dormitorios y tres baños y unos 260 metros cuadrados habitables en total. Para su rehabilitación contactaron con la diseñadora Liz Hoekzema de KLH Homes, descubriendo que la casa original era insalvable pero sí que lo era el granero de más de 100 años, que fue conservado como gallinero.

La vivienda lleva por nombre La Casa de Los Tres Picos en referencia a sus tres módulos, en uno de ellos se encuentra la zona de descanso con sus tres dormitorios y baños, en la siguiente sección, la central (comunicada, como he dicho antes, a través de un pasillo de vidrio) están la cocina, despensa, salón y salita de estar, por último, en la tercera, se sitúa el garaje.

Tenían claro que querían aplicar la técnica japonesa shou sugi ban que consiste en quemar y cepillar cada una de las tablas de cedro con las que va revestida tanto la casa como el granero. Un duro trabajo en el que los propietarios quisieron implicarse, tanto es así, que en medio del camino pensaron dónde se habían metido, pero sus dudas se disiparon al terminar todo el proceso y ver el resultado final con gran satisfacción.

Mención especial a muebles como el que vemos en la cocina, lo que parece un antiguo archivador y sin embargo, esconde un armario con gran espacio de almacenaje para albergar ollas y sartenes. Son piezas que dan personalidad y carácter a la vivienda. Otra pieza original es la cama colgante del dormitorio principal, es como si de una hamaca se tratase para evocar la sensación de estar colgado entre árboles. De ahí también los numerosos ventanales a su alrededor, que hacen que la conexión entre exterior e interior sea total. Para más inri, una gran chimenea al otro lado de la cama, pone el broche de oro a la sensación de confort. ¿Podéis imaginar dormir en esa habitación y a su vez pensar que estáis en el campo junto a una fogata, colgados en una hamaca bajo dos árboles? Idílico ¿verdad?

La chimenea además, conecta la habitación principal con la contigua, sirviendo para ambas estancias y dividiendo los espacios.

En la habitación infantil se maximizó el espacio construyendo zonas de almacenaje y tocador dentro de los armarios, de tal forma que no obstaculizasen el espacio. También se construyeron unas escaleras que llevaban al desván de los niños, homenajeando así al desván del granero.

La casa también tiene un porche delantero donde disfrutan del comienzo del día, con la chimenea puesta, una taza de café y si el tiempo lo permite, el sol entrando por los ventanales ¿se puede pedir mejor forma para arrancar la mañana? Creo que no…

Imágenes: Dwell Creative Services

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Casa no Crato

¿Te enamoras de los sitios o más bien de los recuerdos que tienes de ellos? Diría que de ambas cosas. Después de 14 o 15 años yendo en verano a Portugal (si no recuerdo mal mi hija mayor tenía 3 años cuando fuimos por primera vez), son tantas las vivencias, los momentos de mayor desconexión que he vivido allí, las risas, etc. que no puedo detenerme y pasar por alto cuando veo una publicación donde aparece una casa en el Algarbe o en el Alentejo, donde solemos ir, porque jamás ninguna me ha defraudado, todo me hace revivir (y eso que nosotros nos alojamos en viviendas mucho más humildes, pero los entornos y los materiales, me llevan allí de igual manera).

Casa no Crato es el idílico retiro de una pareja que encargó su casa en el Alentejo al estudio de arquitectura portugués Inês Brandão. Se encuentra en el Alentejo rodeada de robles, encinas y alcornoques. Como amantes de la naturaleza, buscaban un sitio apartado donde poder disfrutar del paisaje, además la pendiente del terreno también ayudó a crear ese efecto mirador.

Para acceder a la propiedad, hay que subir por un camino serpenteante (muy típico de las casas de allí, en todas las que hemos estado siempre es así, un camino separa la casa de la carretera). Una vez en la entrada, llegamos a un vestíbulo desde donde se organiza la casa en dos espacios. Cada habitación se relaciona con el paisaje de manera independiente, puesto que la topografía exterior también es distinta según en el punto de la casa en el que te encuentres e igualmente importante, son los porches que encontramos alrededor de la misma, permitiendo que interior y exterior estén fusionados o independizados a demanda. Cuando se quieren cerrar, todos llevan persianas venecianas perforadas en acero corten, uno de los detalles que más me ha gustado de la casa. Por otro lado, estos cerramientos permiten controlar de manera pasiva tanto la temperatura interior como la ventilación, e incluso el paso de la luz natural.

En cuanto a los interiores, se impone el minimalismo y lo funcional. Mobiliario de obra y hecho a medida, como la librería del salón, el mueble de baño e incluso los de la cocina. A los suelos y revestimientos de cemento como las encimeras de los baños, se les ha dado contraste y calidez utilizando vigas y muebles en madera natural, así como elementos decorativos en fibras (sillas, alfombras, cestas, puertas forradas con cannage en la cocina…). También se ha añadido alguna pieza de marquetería, como la cómoda del salón, una buena manera de destacar un espacio en concreto.

Si lo pensáis es una casa sencilla, con más valor arquitectónico que decorativo, pero para mí es un oasis donde me perdería encantada cada verano. ¿Qué opináis, no os encanta? ¿Qué tendrá Portugal que tanto me gusta?

Fotografía: Alexander Bogorodsky para Dwell 

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Blue Tiles…

Nada más ver la fachada, ya sabréis qué es lo que ha llamado mi atención de esta casa, ese frente de azulejo azul que nada hace pensar que nos encontramos en Londres. El arquitecto Grant Straghan del estudio Dedraft, se inspiró en las obras del artista londinense David Hockney, para la rehabilitación de esta casa de 1930, utilizando tonos relajantes como los que aparecen en sus obras, de ahí el azul o los rosas de los azulejos.

La casa se compone de tres plantas en cuya remodelación el propósito era crear espacios lo más abiertos posibles para permitir el paso de la luz natural. Empezó justo antes del comienzo de la pandemia por lo que la obra se demoró cinco meses en los que sufrieron retrasos, ciertas restricciones con algunos productos y faltas de stock en otros. Pero finalmente, obtuvieron su casa soñada.

Dentro, la vivienda se ve limpia, minimalista, casi monacal, cada vez me gusta más este concepto de menos es más, me transmite mucha paz mental. Quizás me falte algo de vida en ella, sobre todo en algunas estancias otras, sin embargo, las veo perfectas tal y como están.

Las paredes de yeso ayudan mucho a dar esta sensación de limpieza, aportan textura y a su vez, crean luminosidad. Por otra parte, la mezcla con la madera natural les da el toque cálido a las estancias. Precisamente el yeso fue una de las cosas que se hizo esperar debido a la pandemia, así como también las vigas que discurren por el techo de la cocina y el comedor, dando una sensación de confort espectacular.

En estas dos estancias, al igual que las vigas del techo, los muebles y el suelo también son de madera de abeto, proporcionando continuidad y contrastando con los muebles y la encimera de cuarzo en blanco brillante, de Caesarstone. Sobre la mesa de comedor, la mítica lámpara de Louis Poulsen y las originales luminarias colgantes sobre la encimera, son de Schneid Studio. El área de la cocina lleva un suelo de terracota más sufrido, y tras la isla, donde se encuentra la zona de comedor, pasa a ser de madera de abeto.

La mesa hecha de tablas de abeto Douglas, va acompañada de un banco de la misma madera, sobre éste se ha decorado la pared con cerámica blanca acanalada creando un contraste muy interesante.

La escalera de la misma madera, está fabricada de manera escultórica haciendo referencia a los trabajos de Alvar Aalto. Por ella se asciende al ático, espacio que se destinó a la suite principal de la casa, con un aspecto más que minimalista. Poco más que una cama y un espejo cumplen su función, le acompaña el baño acristalado al que se le han añadido unas bonitas cortinas azules que le dotan de privacidad.

El baño de las niñas tiene azulejos en dos tonos color rosa y el suelo de cemento, combinado con perfilerías en los cristales y griferías en negro. Se encuentra junto a sus dormitorios y un estudio en la planta media, a la que se accede desde abajo mediante una escalera de caracol que conduce también hasta el ático. En la parte superior de la escalera, se hizo un tragaluz para que esta bonita escalera, de madera Douglas, estuviera siempre iluminada.

Vista desde el patio trasero, puede contemplarse cómo los mosaicos azules han ido perdiendo color con la exposición al sol, haciendo que cambie la estética de la casa, e incluso que se transforme con las distintas estaciones. El color y la textura de los azulejos, contrasta con los ladrillos del resto de la fachada típicamente londinenses.

¿Ubicaríais esta casa en Londres al verla? A mí nunca se me hubiera ocurrido…

 

Imágenes: Nick Dearden Para: Dwell

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Michelberger Hotel

Tengo la sensación de que el tiempo cada vez pasa más rápido. Desde que tuve a mis hijas dejé de contar los años de manera natural (de enero a diciembre), lo hago a través de sus cursos escolares y veo cómo un curso más, se me escapa entre los dedos. Esta vez me da más vértigo si cabe ya que la pequeña termina el colegio para pasar al instituto, aún no ha finalizado sexto y ya siento nostalgia por el que ha sido su colegio desde los tres años «times flies«. La parte buena de todo esto es que tenemos el verano y las vacaciones a la vuelta de la esquina.

¿Tenéis planeado ya vuestro destino de vacaciones? La realidad es que a veces pienso que me gustaría viajar más, que me estoy perdiendo un montón de lugares preciosos (mi lista cada año crece más y más), pero por otro lado saber que tienes un pueblo donde veranear, con una gran pandilla de amigos, eso no tiene precio. Así que nosotros como cada año, disfrutaremos de nuestras tierras sorianas y pasaremos una semana en Portugal.

Para los que sois viajeros y os gusta descubrir nuevos destinos con alojamientos peculiares, os quería enseñar el hotel Michelberger en Berlín, todo un hallazgo gracias a la revista Dwell. Se trata de un hotel familiar, con un concepto muy curioso, tan sólo tiene seis habitaciones pero la más solicitada es la 304. Diseñada por el arquitecto danés Sigurd Larsen, creó dentro de la habitación un nuevo volumen que simula una casa de madera, garantiza la sensación de recogimiento y refugio. Para fomentar la creatividad y la diversión, así como ofrecer toda la luz natural posible, el arquitecto ideó un conjunto de puertas plegables, tragaluces y ventanas con diversas formas y tamaños. Dentro de esta pequeña casa, se vislumbran las paredes de madera que otorgan calidez al espacio. Al final este habitáculo se convierte en algo personalizable ya que los huéspedes pueden elegir qué compartimentos usar, dejar cerrados, o abiertos. Dentro de la suite además de este volumen que hace las veces de casa, hay una escalera que conduce a otro dormitorio, a una sala de estar y se completa el conjunto con un gran baño.

¿Qué os parece la habitación? ¿Curiosa, no?…

Imágenes: Rita Lino para Dwell

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El lavado de cara de un pequeño piso

La propietaria de este pequeño apartamento llevaba 10 años viviendo en él cuando decidió hacerle un lavado de cara. La estructura no se modificó pero sí se hicieron cambios estéticos que cambiaron significativamente el espacio. Para realizar el trabajo Tamara, la propietaria, recurrió a la diseñadora de interiores Megan Pflug.

El cambio más importante se realizó en la cocina donde se eliminó una pared para dejarla abierta al salón. El nuevo diseño permitió distribuir todos los elementos en un mismo frente, optimizando el espacio y ganando zonas de almacenamiento. Se utilizaron muebles blancos y sencillos, sin tiradores, una manera de integrar mejor la cocina en el salón. Para las encimeras se eligió cemento que contrasta con tanto elemento en blanco. Sobre la isla se colgaron dos lámparas de latón y sobre la mesa Tulip del comedor, se eligió una Workstead.

La diseñadora había estado recientemente en Europa así que se inspiró en sus viajes para pintar la puerta de entrada en azul. Las paredes no son realmente blancas, sino de un tono gris muy claro, menos en la entrada que para diferenciarla del resto jugó a pintar la mitad inferior en gris oscuro (el mismo que se utilizó en la pared de la cocina que ensalza los cuadros). Toda la pintura de la casa es de Ralph Lauren Home.

La zona de la entrada es sin duda mi favorita. Se reutilizó una alfombra de cuero que Tamara tenía en su dormitorio. Este material envejece bien con el tiempo además de ser resistente al tránsito, perfecto para una zona de paso. Para agregar dramatismo y elegancia, se apostó por un espejo dorado tamaño XL y un banco cuyo asiento también es de cuero, con patas de laca en color crema y acentos en bronce. El espejo se encuentra frente a las ventanas, por lo que sirve para abrir el espacio y reflejar la luz que proviene de ellas, además de la función obvia de mirarse antes de salir de casa. Tanto el espejo como el banco se adquirieron en Anthropologie, y el pequeño conjunto de mesas laterales son de CB2. Estas dos pequeñas mesas se utilizaron también en la sala de estar, junto al sofá, ya que ofrecen superficie de apoyo sin apenas ocupar espacio.

En la sala se utilizó un espectacular papel pintado de Calico Wallpaper, cortinas blancas de suelo a techo que recorren toda la pared acentuando la altura de los mismos y permitiendo el control de la entrada de luz de los enormes ventanales. El sofá, la alfombra, la mesa de centro y la consola, ya pertenecían a la propietaria. Para darle un aire nuevo se añadieron cojines con textura, accesorios y un par de sillones de terciopelo (también en gris) de West Elm sobre ellos, cojines de Rebeca Artwood. Entre los dos sillones se colocó una mesa auxiliar de Dwell. No podía faltar el toque de las plantas para aprovechar la cantidad de luz natural del espacio.

Por último para el dormitorio eligieron el color rosa. En la cama jugaron con dos tonos de este color. Se pusieron cortinas de suelo a techo también, en esta ocasión de lino rosa. La cama con dosel y las mesillas fueron reutilizadas, pero se cambiaron de posición (frente a la ventana) para ganar teatralidad, junto con un par de estilizadas lámparas a ambos lados. Para el suelo se optó por una alfombra de sisal y superpuesta, otra pequeña alfombra decorativa a los pies de la cama. Nada más entrar en la habitación se encuentra la cómoda «Shagreen«. Su elegante textura y su color gris contrasta perfectamente con el rosa de las paredes. Sobre la cómoda The Half Moon Mirror de Ben y Aja Blanc más que un espejo, una obra de arte.

Un apartamento pequeño al que no le falta detalle…

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