De escuela rural a vivienda
A estas alturas de la vida del blog, sigo encontrando interioristas a los que admiro y que curiosamente, no habían pasado por aquí. Tanto buscar fuera de las fronteras, cuando tenemos lo mejorcito en producto nacional. En este caso me refiero al bilbaíno Mikel Larrinaga, cuya trayectoria profesional cuenta con más de 40 años. Importante también que sepáis que tiene un perrete adorable, que bien podría ser el hermano mayor de mi Titi y que se llama Pantxo :-) Esto nada tiene que ver con interiorismo, pero une mucho, qué demonios.
El proyecto que veréis hoy es una antigua escuela situada al norte de Burgos, allí donde las casas de piedra y teja se mezclan con el Románico más puro y animan a conservar el espíritu de las construcciones de antaño. Larrinaga quiso transformar la escuela y convertirla en vivienda pero recuperando los elementos arquitectónicos originales, como ventanas, vigas, el suelo,… todo data de 1936. Lo combinó a su vez, con elementos industriales (el ejemplo más obvio es la cocina) y colores neutros que transmitieran paz. El toque final, como en casi todos los trabajos del interiorista, fue una acertada mezcla con piezas de brocantes y antigüedades.
Ya en la entrada podemos ver una gran composición de láminas procedentes de un herbolario que datan de los años 60, toda una declaración de intenciones. En el comedor destaca la imponente visión de la vitrina, las sillas se compraron en un brocante de Francia y la mesa de corte antiguo y campestre, en Isabel Madinabeitia.
El salón se divide en ambientes, el comedor hacia un lado, la zona de estar y por otro, con la tarima elevada tal y como estaba en la escuela, una pequeña zona de estudio. En ella, tanto la mesa como la silla de hierro también son antigüedades. El salón, además, comunica con la cocina y un baño. Al entrar en la cocina, un imprescindible, porque ¿quién puede vivir sin pizarra en la cocina? (yo desde luego tengo una en mis dos casas), ojalá fueran como la de esta vivienda, se trata de la pizarra que encontraron en el aula de la antigua escuela, la idea no me puede gustar más. Bajo ella, una mesa de oficio adquirida en una feria de antigüedades de Francia. Respecto a la pared de enfrente, se ha respetado su aspecto original de piedra. Los muebles de acero de Ikea crean un gran contraste y para suavizar, un precioso vajillero procedente de la India, mantiene toda la loza a mano y a la vista.
En la planta superior se encuentra el dormitorio, vestido con ropa de cama de Zara Home y cojines de Vap Decoración. Aquí también encontramos antigüedades como las mesillas, de Antigüedades Cerrajería, los apliques son de Susaeta. Vemos que el suelo en el piso superior se ha sustituido por baldosas de barro artesanales, en lugar de madera.
Seguimos por el baño, incluso aquí las piezas singulares y la antigüedades siguen haciendo acto de presencia. Lo que más llama la atención es el maniquí, procede de China y lleva puntos de acupuntura. Por otro lado, el mítico taburete Tolix, versión original de un desembalaje francés. Los apliques son de Luz Bilbao y lo más sencillo el espejo, que es de Ikea.
Pero si algo llama la atención en esta casa, es su patio. En origen era una ruina adosada a la escuela, que en los años 70 se convirtió en pajar. Ahora permite tener una zona de porche con comedor más la de estar, y otra de exterior. En la zona de porche, un retablo antiguo preside el espacio de estar, con muebles recuperados de un bazar. En el otro extremo, encontramos un comedor con mesa procedente de un anticuario y sillas de brocante, junto a éstas, una cocina de obra con barbacoa.
Sé que Burgos no se caracteriza precisamente por su buen tiempo, pero en los días soleados, aunque fríos, y durante el verano, ese patio es oro puro. ¡A mí no me sacarían de ahí!